Primer Encuentro

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Lana me convenció de ir a la feria. Realmente, no tenía ánimos de salir, mucho menos a un lugar tan lleno de gente, pero, como dijo Lana, "la vida continúa". Dime algo que no sepa, genia.

Faltaba exactamente NADA para la inauguración de la feria, era hoy en la noche, y Lana lo sabía perfectamente. Ella es consciente de que es mejor darme poco tiempo para tomar decisiones, pretende que piense poco y lo haga, sin mas.

Ese mismo día unas horas antes...

-¡Papá, invité a Lana a almorzar! -grito desde la cocina mientras intento sacar la carne con papas del horno. Por poco se me cae al piso de lo pesada que está la bandeja.

-¡No hay problema! -responde mi padre desde su habitación.

Mientras reviso la carne, que está quedando perfecta, escucho que mi padre se acerca.

-Mmm, que delicioso se ve. Oye, ¿que corbata te parece que combina mejor con esta camisa? -llevaba puesta una camisa blanca, pero sus corbatas eran asquerosamente coloridas.

-Sin corbata, y desabrochate el primer botón papá, así te verás más fresco.

-Más fresco... -escucho que dice por lo bajo mientras vuelve a su habitación.

Es increíble cómo con cuarenta y seis años, aún dude en cómo combinar su ropa. Por suerte, aún estoy para ayudarlo.

Mientras la carne sigue cocinandose, chequeo mi celular.

Ovillo de Lana: ey, abreme la puerta 😡

Maní: JSJSJA hace mucho que esperas??

Ovillo de Lana: pues como cinco minutos.

Maní: ay cuidado, no vayas a morir en la entrada de mi casa. Sería un asco.

Ovillo de Lana: 🙄

En cuanto abro la puerta, Lana entra y me da un beso en la mejilla.

-¿Por qué tardaste tanto? Casi muero ahí afuera.

-Deja de ser dramática, estoy haciendo tu comida, y así me lo agradeces.

-No le pondrás maní, ¿verdad?

-Tranquila, ya me estoy moderando con eso.

Hace un tiempo, descubrí que el maní quedaba perfecto en casi cualquier comida, y comencé a utilizarlo constantemente, en uno y otro plato. Por eso me apodaron maní, y ya no van a olvidar eso.

-Maika, ¿llego Lana? -mi padre, otra vez, desde su habitación.

-¡Si señor Glenny, aquí estoy!

Nos sentamos en el sillón a conversar, entonces Lana disparó.

-Oye, la feria estará aquí esta noche.

-Lana...

-Mira, se lo que vas a responderme, pero no lo hagas ahora. Piensalo, ¿de acuerdo? Pondría muy feliz a tu padre, y a mi también. Te daré hasta las ocho para que me avises que harás.

Lana siempre tuvo ese don de poder convencer a la gente muy sutilmente. Y ese día, lo hizo conmigo. Aunque bien pudo ser ese otro factor que me cruce mas tarde en el parque, el que me hizo tomar una decisión.

Luego del almuerzo, salí a dar un paseo mientras escuchaba música. Cuando llegué al parque, me senté en una de las hamacas a contemplar la tranquilidad. Era temprano, estaba totalmente calmo, pero no por mucho.

A lo lejos, vi a André y a Victor juntos. Si estaban ellos dos, era obvio que nada bueno podía pasar. Se detuvieron frente a un chico que estaba sentado bajo un árbol. Apagué la música en cuanto el chico se levantó del suelo, eran las preliminares de una pelea, sin dudas. Rápidamente me acerqué a ellos para intentar que se detengan.

-André, ya basta.

-No molestes Maika, ¿no tienes nada mejor que hacer?

-¿Y tu? ¿No tienes mas que hacer que molestar con tu amiguito a cualquiera que se les cruce?

-Mira -esta vez hablo Victor -vuelve a tu casa, con tu mami, y deja de entrometerte en cosas que no te importan. Sino, la pasarás mal tu también -André le pego sutilmente en el pecho, como indicándole que se había pasado de la raya. Y si, lo había hecho.

-Vámonos Victor, ya fue suficiente -tironeó de su amigo y se fueron, dandome miradas de desprecio, más que nada Victor.

El chico al que estaban molestando, me miraba con duda.

-Te estaban molestando, ¿verdad?

-Algo así, pero no tenías que ayudarme.

-Ay vamos -río -no sabes de lo que son capases esos dos, y tu solo, por mucha fuerza y valentía que tengas, no podrías hacer nada.

Todo el mundo conocía a Victor y André, por lo que me parecía extraño que él no.

-No eres de por aquí, ¿cierto?

-No, vine con la feria.

-Ah, por eso te molestaban.

-¿Los conoces?

-Todo el mundo los conoce, son los mayores idiotas de la ciudad.

-Parece que tienes autoridad sobre ellos.

-Solo sobre uno. Mi padre es jefe de su padre, y creo que teme hacerme algo y que su padre pierda el empleo.

-Es natural -dice encojiendose de hombros -bien, debo irme.

Ya había comenzado a alejarse, cuando volvió sobre sus pasos y me dijo un sutil "gracias". Luego lo vi irse, esperando que volteara a verme, pero no lo hizo.

Séptimo Día Donde viven las historias. Descúbrelo ahora