Marrón oscuro

315 27 2
                                    

¿Qué le estaba pasando? ¿Cómo le ha salido un pedazo de pergamino? ¿Cómo pudo estar el nombre de ella ahí? Pasó tan rápido. Las cosas tuvieron un toque extraño... casi irreal. Parecía que todo era un vago sueño.
Todas esas preguntas me torturaban mientras observaba a ese niño en el suelo. El vaho que salía de mi boca se convirtió en una horda de humo al aumentar mi respiración.

La ciudad rugía sin inmutarse. El alumbrado público decidió Morir.
—¿Qué le pasó?— Me gritó exaltado un señor que salía de la casa en donde hace unas horas estaba el mismo niño sentado.

—Él dijo cosas que...

—No me importa— me interrumpió.

—¿Qué? Pe...

—Dame a mi sobrino.— Tomó al niño y abrió la puerta dejando ver una casa iluminada únicamente con velas. Todo parecía estar desordenado.

-¿Cómo te llamas?

-¿Pe... perdón?- Dije levemente. Mi nerviosismo aumentaba. Me mordía el labio y la comezón en los brazos empezaba a surgir.

Después de que me quedara pensando, no me dí cuenta de que el señor ya había entrado con el niño. Se despedía de mí mientras cerraba su puerta y desaparecía en las sombras.
Durante el último rayo de luz que desprendían las velas de distintos tamaños y colores,pude ver una sonrisa retorcida me provocó temblar, era tan parecida a la de..., tan maniática.
Me quedé aturdida.
Estaba afuera de esa casa con fachada desgastada, vidrios rotos y suciedad.
Miré mi celular en donde marcaban quince para las 21 pero, la oscuridad de esos momentos era muy grande, cómo si el cielo y el clima tuviesen un infarto.
Esa risa pensé , mis piernas temblaron.

-Olvida, tienes que olvidar- dijo mi subconsciente.

Me dispuse a ir a mi casa. “Deben ser traumas” me dije, “quiere llamar la atención, yo misma pasé por eso, desde no comer hasta no salir de mi cama en una semana”. Trataba de justificar una escena que no quería concebir.

Olvida, tienes que olvidar.La voz de mi subconsciente era tan cálida.

Entré a mi casa, toda llena de oscuridad y soledad. La nota de "volveré tarde" de mamá seguía pegada con un imán al refrigerador.
No tenía hambre. Caminaba por inercia. El dolor de cabeza atacó. Mi brazo, ya sangrante, seguía pidiendo que saciara su comezón. Me acosté y volví a analizar las palabras de ese niño: “¿debería preocuparme o sólo ignorarlo? ¿Dónde había escuchado su nombre? Esa risa...”
Un escalofrío invadió mi cuerpo. El miedo me dominó. Me puse en posición fetal debajo de las sábanas de mi cama. No podía moverme. Mordí mi labio hasta sangrar mientras una lágrima se desprendía de mi ojo izquierdo.

Olvida, tienes que olvidar.— Sentí como esa voz me calmaba.
Calma vacía. Una consolación sin sentido que me hacía desesperar. Ahora nada parecía tener sentido.
Únicamente esa noche. La noche que aún quiero olvidar. La que me acompañará el resto de mi vida. La que me enseñó lo que es el dolor. La que ha dejado cicatrices en mi cuerpo.
Recuerdo cada momento.
Cada corte. Cada palabra. Cada paso.
Esa, la noche en la que mi vida se detuvo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 30, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Abismo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora