Capítulo 1.

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Notas del capítulo: en multimedia les dejé un mapa de lo que es runaterra, lo pondré en varios capítulos por cada viaje que hagan. También, intenté dividir bien las partes de Aphelios y Sett. Cuando vean tres puntitos (...) significa que pasamos a lo que está haciendo el otro. Y no se preocupen por acostumbrarse a leer así, será por este capítulo. 

Eso sí, si hablo de Sett, imagínenselo en el cuerpo de Aphelios; y si hablo de Aphelios, imagínenselo en el cuerpo de Sett jsj. 

Sin más, disfruten y gracias por su apoyo <3.

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Un grito de victoria salió de su garganta, llenándole el pecho de orgullo. De alguna manera, con aquel debilucho cuerpo, pudo derrotar a cada uno de los desconocidos encapuchados que intentaron sostenerle para que tomara el veneno.

Observó el viscoso líquido en el suelo y dudó si tocarlo, su ignorancia le hacía creer que con sólo tocarlo podía envenenarse y morir. Era mejor no arriesgarse. Dio una última mirada al lugar, regresando la atención a las armas que estaban sobre una mesada.

¿Por qué había tantas armas? ¿Y quién las necesitaba cuando se podía pelear con los puños? Aunque al percatarse de las pequeñas manos que tenía el desconocido, se dio cuenta de porqué necesitaba tantas inservibles armas.

Tomo una sola, el arma más larga y que parecía la más útil, llevar tantas en su viaje sólo le estorbaría. No se le daba bien la puntería, incluso al intentar disparar nada salió del arma, pero serviría si en algún momento debía tirarla en la cabeza de alguien.

—Bien... —necesitaba un plan, urgente. Actuar bajo presión era lo que menos sabía hacer y los planes jamás fueron lo suyo.

¿Sería demasiado arriesgado responder con puños? Deduciendo lo difícil que fue reducir a las cinco personas tendidas en el suelo, si aparecían más estaría en problemas. La luz del sol aún iluminaba todo el lugar y si salía de seguro sería descubierto.

Cerró sus ojos, aspirando una gran bocanada de aire. El desconocido cuerpo le respondía inquieto y lo tranquilizó sacudiéndose un poco.

—Tranquilo, Sett. Prepárate como antes de una pelea —susurró, por si alguien le ocurría pasar—. Puedes superar esto.

Al salir, sus pasos eran firmes y largos, tanto como el prestado cuerpo le permitiera. Caminó durante horas, escondiéndose ante cualquier ruido y estando alerta ante cualquier situación indeseable con los locos del lugar. Llegó a lo que parecía ser una entrada y, con los últimos rayos del sol, vislumbró a una enorme cantidad de personas resguardando la zona.

Dudó en un instante antes de continuar, de seguro sería más complicado salir sin pelear. La confianza que tenía fue tirada al carajo. Atentos, los desconocidos voltearon para observarlo cuando estuvo lo suficientemente cerca.

Momento. ¿Cómo era el nombre del muchacho dueño de este cuerpo?

—Maldición... Somos ustedes y yo, puños —guardó el arma en su espalda, ayudado por el sedoso traje y tronando sus dedos, fue directo a lo que parecía ser la salida a su calvario.

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—¿Seguro estás bien?

Las muchachas observaban incrédulas el cuerpo de Sett. Desde que todas despertaron, intuían que el jefe se comportaba raro; y no era para menos, por lo opuesto en personalidad que Aphelios era del robusto.

Aphelios intentaba controlar la respiración y nerviosismo. Rezaba en su mente, intercalando la mirada entre la comida que trajeron las... ¿sirvientas? Y la puerta, cuestionándose qué tan mal quedaría huir en ese instante.

SettPhel ─ Este cuerpo no es mío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora