❥Menciones de Heridas/Sangre y comida. ❥Resumen: te encuentra con los pies lastimados e intenta ayudarte.
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Lista para encontrarte con algunos amigos que no habías visto en un tiempo, llegabas tarde, así que tomaste el primer par de zapatos que pudiste encontrar y saliste corriendo. Eran un par que no había usado en mucho tiempo, pero uno que apreciaba de todos modos.
Las cosas estaban bien al principio, pudiste encontrarte con tus amigos en su casa y te estaban preparando para salir juntos para poder comprar algunos bocadillos para comer mientras veías películas.
Entonces, las cosas no estaban tan bien. La parte posterior de los tobillos, justo por encima de los talones de los pies, estaba ardiendo. Sabías lo que era este dolor. Sus zapatos estaban rozando sus tobillos de mala manera, por lo que probablemente estaba rayando la piel.
Sin querer enfriar el ánimo de tus amigos, seguiste cojeando detrás de ellos y apretando los dientes a pesar del dolor. Continuar diciéndose a sí mismo que casi estaba allí solo lo llevó hasta la tienda. No había forma de que pudieras seguir caminando con esos zapatos hasta la casa de tus amigos.
Así que cuidadosamente se quitó la parte de atrás de los pies de sus zapatos y continuó caminando así. Estaba arrugando la parte de atrás de tus zapatos, ya que los pisaste, pero eso no importaba.
Tus tobillos ya no pedían ayuda a gritos, y eso era lo que importaba. De vuelta en la casa de tus amigos, te quitaste los zapatos y notaste la sangre en tus calcetines color crema. Maldita sea , pensaste.
Al estar tu casa bastante lejos de la de tus amigos, tuviste que seguir hasta la parada del autobús con los zapatos puestos de una manera extraña: con los tobillos expuestos.
Se sentía como si caminara con tacones altos y logró acostumbrarse, pero se compadeció un poco de usted mismo. Te preguntabas si la gente en el autobús y en las calles había notado la sangre en tus calcetines, la forma extraña en que usabas tus zapatos y todo tu cojera. Esperabas que no.
Al bajar de su primer autobús, esperó en la estación de autobuses vacía al siguiente. Tocando música a través de tus auriculares para pasar el tiempo mientras te sentabas, no te diste cuenta del chico de cabello oscuro vestido todo de negro que desaceleró su paso mientras se acercaba a ti.
Estabas mirando al frente mientras él te miraba, retorciéndose las manos con los ojos llenos de lástima.
Tocó ligeramente tu hombro. "Disculpe", dijo.
Sacaste tus auriculares, un poco molesto por el hecho de que tuviste que dejar de escuchar la mejor parte de la canción.
El chico se arrodilló ante ti, tomándote por sorpresa cuando su mochila se deslizó de sus hombros. Te preguntaste qué estaba haciendo mientras levantaba uno de tus pies.
"Tus pies están sangrando", dijo, señalando la parte posterior de tu tobillo con una sonrisa compasiva en su rostro.
"Lo sé..." dijiste, riendo ligeramente.
"Siempre llevo conmigo un botiquín de primeros auxilios, ¿te importaría si te ayudo?" preguntó, ya abriendo su bolso.
Cuando asintió con la cabeza, rápidamente alcanzó el botiquín de primeros auxilios, no quería perder el tiempo.
“Pude ver la sangre a una milla de distancia”, dijo, quitando suavemente el calcetín que estaba pegado a su pie. Revelaba la piel en carne viva y raspada de su tobillo.
"No pensé que nadie se daría cuenta", dijo. "O al menos eso esperaba".
"Bueno, es bueno que me haya dado cuenta", dijo, limpiándote el tobillo, haciéndote estremecer.
Sus ojos se abrieron de inmediato. "¿Estás bien? Lo siento, ¿presioné demasiado?"
"¡No, está bien! No te preocupes ". Cuando te preguntó por qué te habías puesto esos zapatos si acababan haciéndote daño, te reíste y le dijiste que los habías agarrado con prisa.
"No estoy seguro de que le queden bien, pero ¿quizás podrías intentar usar mis zapatos?" preguntó, ya comenzando a quitarse uno de sus zapatos.
"¡No, esta bien! Necesitas tus zapatos ”, insististe. Había terminado de desinfectar tus tobillos y los había envuelto en una venda. ¿Ahora también te iba a dar sus zapatos?
Se quitó los dos zapatos incluso cuando trataste de detenerlo sacudiendo suavemente sus brazos.
Arrodillándose de nuevo, le quitó los zapatos y los reemplazó con los suyos. Sus botas de goma negras no le quedaban perfectamente, pero estaban bien y lo suficientemente cómodas. Definitivamente mejor que tus zapatos viejos.
"¿Vas a tirar esto?" preguntó, levantando las cejas y agitando tus zapatos en el aire.
"Yo los agarraré", dijiste, tomándolos de sus manos. El hombre se sentó a tu lado sin nada en los pies más que sus calcetines.
“Soy Hoyoung, por cierto. Estás esperando el 23, ¿verdad?" preguntó, arrastrando los pies.
“¡Sí, y encantado de conocerte! Soy [t / n] ”, respondiste.
Su suave sonrisa calentó tu corazón aún más esa noche de verano.
"No me vas a dejar caminar a casa en tus zapatos, ¿verdad?" le preguntaste.
"¿Por qué no?" desafió, inclinando la cabeza hacia un lado.
“Porque no tendré forma de devolvértelas”, señaló.
Hoyoung sacó su teléfono de su bolsillo y comenzó a desbloquearlo.
"Tal vez si me das tu número de teléfono", dijo, colocando su teléfono en tu mano que descansaba sobre tu muslo.
"Podemos arreglar algo".
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