❝¿Fuiste vos?❞

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El tarareó del niño eran realmente tiernos para Irlanda, la cual le estaba tomando la mano y limpiando un poco la nariz con una pañuelito. Era el primer día de escuela, y ya se había lastimado un poco. Aunque solo fue un raspón en los codos, fue suficiente para que empiece a llorar. Era bastante delicado, y solo las personas que más lo conocían sabían cómo calmarlo; con una canción. No importaba cuál.

Poco a poco, volvió el silencio. Ambos países, estaban sentados juntos en un pequeño banco. Esperando a que las puertas del colegio abrieran. Estados unidos sostenía en su mano izquierda una paleta. Irlanda sonrió un poco, guardando el pequeño trozo de tela en su bolsillo. Al llegar a casa lo lavaría.

-爸爸,為什麼他們這樣對待我?-

La suave voz de una niña lo hizo voltear. Su mirada choco con un pequeño cuerpo lleno de moretones, con guantes y un tapa bocas. Sin contar las numerosas lágrimas que tenía en sus ojos, cayendo cada vez más, y chocando contra el suelo. El adulto que estaba con ella, -Su padre, supuso el americano- solo la tomo de la mano con fuerza y rabia, haciendo chille un poco. Irlanda, quien vio la cara de su Pastelito con una expresión de temor, volteó viendo la escena. Al ver a la niña asiática, tapo la vista del chico y la volvió al frente.

-Ar mhaith leat milis? Tugaim duit é mura bhfeiceann tú sin-

Dijo nerviosamente. Dándole un caramelo. América, para tomarlo tuvo que tirar la paleta. Está cayó al suelo, y se mojo con el agua estancada por la lluvia del día anterior. Guardo el dulce, ya había comido y no quería tener caries.

-Bien. Críos, ya podéis pasar-

Sonó el timbre, y unos segundos luego la voz de un adulto. América lo conocía, habla ido varias veces a su casa cuando aún vivía con Inglaterra, solo que nunca le hablo a aquel hombre. España, le sonrió a el y a Irlanda, la cual empujó levemente al pequeño para que vaya adentro del edificio.

 España, le sonrió a el y a Irlanda, la cual empujó levemente al pequeño para que vaya adentro del edificio

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–Mi n-nombre es América, vivo con mi. . .–

El niño se quedó en silencio. España, el profesor de español –valga la redundancia– solo soltaba pequeñas risas por la pronunciación del estadounidense. Lo alentó un poco moviendo sus manos.

–Hmm-, con mi. . . ¡Ah-, con la amiga de mi Daddy!–

Dijo con entusiasmo. España, aplaudió un poco mientras le mostraba una sonrisa.

–Con la amiga de tu padre, de tu padre–

Le corrigió la última palabra que dijo el pequeño. El únicamente bajo un poco su mirada, pero manteniendo una sonrisa. Volvió a sentarse, poco después de esto el timbre sonó. España, salió del aula con algo de lentitud. Pero antes de esto, le dejo un poco de dinero a sus tres hijos –Los que estaban en ese curso– Argentina, México y Venezuela. Pero un poco más al último, ya que este cada vez estaba más delgado. Y le preocupaba ese tono blanquezino de su piel, temía que esté enfermo.

El cuarto se vacío rápidamente, menos por el estadounidense y los tres latinos. El chico de pecas intento desvíar su mirada, Inglaterra le había dicho que no hablara con ellos, en especial con el argentino. Este frunció el ceño y se acercó un poco a el.

–¿Vos sos el hijo del boludito que me robó Malvinas?–

–Wey, no jodas ahora–

Dijo el mexicano, hartado de su hermano. Venezuela solo veía la escena intentando moverse hacia ellos. Pero el mayor puso su mano en el pecho de su contrario para que dejara de caminar.

–¿El ratón te comió la lengua, yankee?–

Volvió a hablar el chico del sol con una sonrisa algo forzada. Se acercó más y empujó levemente el escritorio del americano. Quedando cara a cara con el. Era bastante más alto, así que fácilmente lo jalo del uniforme con fuerza.

Bastante mala idea juntar una clase de segundo de primaria con segundo de secundaria.

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