Alba se asustó sobremanera al ver esa carta en su porche, pues tenía miedo de que se supiese su mayor secreto. Miró a su alrededor, pero no vio a nadie, así que se metió corriendo en su cama.
A pesar de estar muy inquieta, durmió muy profundamente ya que el día siguiente iba a ser muy intenso.
Sonó el despertador y, con ganas, se levantó para empezar su rutina mañanera.
Antes de salir a la calle se prometió a si misma no pensar en la carta de la noche anterior, pues hoy empezaba su nuevo trabajo y quería tener un espíritu lo más positivo posible.
Tras veinte minutos andando, llegó a una antigua cervecería donde iba a estar de camarera hasta finalizar el año.
Su jefa se llamaba Anaïs, una atractiva chica que tenía un aspecto muy siniestro pero seductor. No era muy alta y tenía un cabello de color negro intenso. Además, sus ojos eran bastante grandes y los iris tenían un tono rojizo. Nadie sabía su edad exacta y, debido a todo esto, muchos decían que provenía del mismísimo infierno.
Alba entró con decisión. –¡Buenos días!– dijo ella alegremente. –¡Anda!, tu debes de ser Alba, pasa, pasa, al fondo están las taquillas con tu uniforme, cámbiate y ven a la barra–. Con decisión, fue al vestuario y se puso una camisa blanca y un delantal rojo que había allí guardados.
El día no fue muy ajetreado ya que no entraron demasiados clientes, pero Alba tuvo la oportunidad de conocer a Anaïs y, a pesar de todo lo que decían de ella, era una chica muy agradable.
Antes de llegar a casa se paró en frente del río a contemplar el atardecer y allí, justo al otro lado de la orilla, vio al chico de la fiesta en la playa paseando a su perro. Debido a esto, sintió mucha vergüenza y salió corriendo de allí sin pensarlo dos veces.
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Albonet: La historia de una pareja y su cabra
RomanceTras varios encuentros, esta pareja acabará viviendo uno de los mayores romances nunca escritos.