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Se encontraban a última hora en el viernes, la profesora Paqui estaba dando su clase de educación sexual, claramente a su manera, era una maestra un tanto especial.

-Por eso hay que llevar mucho cuidao'. Yo siempre que me encuentro muy ''sisuka'' y mi Paco está to' ''suneo'' nunca nos olvidamos de la protección porque es muy importante chavales- las risas no faltaban en sus clases, su forma de expresarse era demasiado característica y graciosa-.

Gustabo estaba prestando atención a clase, era una de las únicas que le interesaban porque como se nombró anteriormente, en esas clases te lo pasabas bien; hasta que Horacio empezó a molestarle con un constante golpe en el brazo.

-Qué coño quieres pesao'- dijo ya cansado de su amigo-.

-¿Qué le dijiste a Víktor? Es que cada vez que me ve se espanta, como si fuese un monstruo. ¿Tan feo soy?

-Tan solo le dije que le parecías guapo.

-¿¡Que quÉ!?- gritó llamando la atención de toda la clase-.

-Horacio, ¿qué te pasa?- cuestionó la profesora-.

-Nada, nada solo que- quedó callado durante un segundo para después sonreír algo pícaro- mi compañero me hizo una pregunta algo extraña y pues me sorprendió- el de ojos azules lo miró extrañado-.

-¿Te gustaría compartir la pregunta con la clase?

-Por supuesto. Gustabo me ha dicho que si la doble penetración anal puede desgarrarte el agujero del culo- toda la clase empezó a reír y una mueca de confusión junto una sonrisa totalmente falsa la cual daba a entender su enfado se hizo presente en el rostro del rubio-.

-Paqui, eso no es verdad- se puso de pie-.

-Gustabo, no te avergüences hombre, es normal hacerse ese tipo de preguntas algunas veces- contestó la profesora dirigiéndose a la pizarra con una tiza en su mano, dispuesta a explicar aquello que Horacio dijo-.

-Me voy a cagar en tu puta madre- le susurró mientras se sentaban de nuevo y notaban como todas las miradas se hacían presentes en el de chaqueta roja-.

(...)

La clase acabó y como era de esperar, tal como siempre, una manada de homínidos salvajes se dirigían al exterior. Ambos amigos iban tranquilamente andando al final de toda aquella cola cuando un mexicano dirigió su palabra al más bajo.

-Eh, Gustabito. Si necesitas ayuda con tu pregunta que no se te olvide llamarme cabrón- le guiñó un ojo burlescamente. Las carcajadas no tardaron en escucharse entre todos los alumnos-.

-Horacio- el rubio giró su cabeza hacia el de la cresta-.

-¿Si?- dijo notándose el miedo en su voz-.

-Ya puedes empezar a correr- se escuchó como el de ojos verdes gritaba mientras intentaba correr lejos del alcance de su amigo-.

El mayor comenzó su persecución, bajando por las escaleras dirección cafetería cuando chocó con alguien.

-¡Joder! ¡Lleva cuidao' coño!- dijo levantándose del suelo, pues este había caído debido a la velocidad que llevaba-.

-Lleva cuidado tú, capullo- dijo Jack recogiendo los libros los cuales había tirado el más bajo-.

-Anda, hola Jack- dijo ahora algo más amable-.

-Dios para ti.

-Bueno, bueno. Aquí tú eres el nuevo eh, no te creas mejor que nadie.

-Si bueno- dijo metiendo sus libros en la mochila para que no se los tirasen de nuevo-.

-Oye, ¿venís?

Capullo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora