Un Desafortunado Capitulo 1

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22/6/11
9 años antes de que su vida se fuera por la borda.

Era un día soleado, con un cielo azul marcado por las nubes.
Afuera, los perros ladraban y los autos tocaban las bocinas.
-¡Eh, mami! -Exclamo Jude a todo pulmón.
-¿Si? -Pregunto ella desde su habitación, mientras ojeaba una revista de moda.
-¿Puedo pasear al perro? Prometo tener cuidado con los autos y los extraños.
-Claro, no vayas muy lejos y vuelve antes del almuerzo.
Jude salio al pequeño patio y desato a su perro.
Era un cachorro pequeño recién nacido, tan diminuto y mimado que había que darle la leche con la mano (Y debía ser leche fría, o comenzaba a llorar).
Al soltar al perro, este comenzó a correr alrededor de Jude, como un niño con un juguete nuevo.
El chico tomo la pelota de fútbol que le habían regalado para su cumpleaños, y salio a la calle con el cachorro siguiéndolo.
Zigzagueo en la calle, mientras imaginaba que anotaba el ultimo gol en un importante partido.
Seria mas divertido si no estuviera jugando solo, pero los demás muchachos del barrio eran adolescentes y los de su escuela disfrutaban mas arrojando le comida que jugando con el.
Jude avanzo hacia la pelota, con el cabello rojizo revolviéndose en el aire como si fuera fuego.
Pateo la pelota, la cual dio en una señal de transito.
-¡El gol del siglo! -Grito con todas sus fuerzas, un anciano que vivía junto a su casa salio a mirar por la ventana.
El cachorro olía unas flores en la casa de la vecina Beatriz, mientras jugaba con otros perros que lo superaban en tamaño.
El chico alzo los brazos, e imagino que acababa de anotar el ultimo gol en algún tipo de partido importante, aunque en realidad solo había logrado golpear una señal de transito.
Un fuerte estruendo lo alejo de sus pensamientos, junto con los ladridos y chillidos de varios perros.
Se volteo.
La vecina Beatriz, que tenia sobrepeso y el cabello rizado como un arbusto desproporcionado, batía con una escoba a la multitud de perros, que caminaba sobre su césped.
Entre la multitud de perros, un solo cachorro estaba recibiendo los golpes.
-¡Largo, largo! -Chillaba ella.
-¡Eh! -Reclamo Jude, dejando la pelota y corriendo hacia la casa.
El grupo de perros se disperso, y el pequeño perro de Jude comenzó a huir corriendo.
Jude no tuvo tiempo de recriminar a la vecina, comenzó a perseguir a su mascota.
-¡Vuelve!
Incluso siendo un recién nacido, el perro corría mas rápido de lo que Jude pudiera imaginar.
Al poco tiempo, el animal se perdió en la lejanía.
Dejando atrás a Jude, que había tropezado en la calle, e intentaba recuperar el aliento.
Su cuerpo estaba cubierto por una capa de sudor.
No había señales del perro por ninguna parte.
Grito su nombre una y otra vez, pero solo consiguió llamar la atención de los vecinos.
Cuando logro recuperar su energía, busco al perro por el resto del día.
Con el sol quemando lo como si lloviera aceite con forma de rayos de sol.
Había tanta calor que parecía que el pavimento era una sartén gigante.
Le pregunto a transeúntes si habían visto a un perro llorando y corriendo.
Pero nadie había visto nada, tan solo unos cuantas manadas que iban de aquí a allá.
Y cuando cayo la tarde, el seguía buscándolo.
Pero era inútil, su mascota se había perdido como si se la hubiera tragado la tierra.
Llego hecho una furia hasta la casa de aquella vecina.
La cual estaba regando tranquilamente las plantas aplastadas, mientras murmuraba una canción de verano.
-¡¿Porque lo golpeo?! 
Ella no se molesto en mirarlo.
-No quiero animales cerca de mi casa, el jodido perro tiene suerte que mi esposo no haya decidido usar la escopeta...
Jude sintió como un nudo se formaba en su garganta.
Apretó los dientes como dos placas de hierro.
Y cerro los puños hasta que sus uñas se marcaron en su palma.
El intento decir algo mas, pero tartamudeo y sus palabras se ahogaron en su garganta.
Al ver esto, la mujer sonrió.
Por un segundo, Jude sintió como su cuerpo era envuelto por un manto incontrolable de ira.
Un furor tan intenso que sus latidos sonaron como martillazos en los oídos.
Jude dio un paso hacia adelante y dejo salir un grito.
Acto seguido, cerro los ojos y cayo de bruces en el suelo.
Sentía que había hecho algo, algo extraño...
Un ensordecedor alboroto resonó por todos lados.
Le zumbaban los oídos como si tuviera una mosca encerrada dentro del cerebro.
Cuando abrió los ojos, no podía dar crédito a lo que veía.
La madera, plantas, y pasto llovían por todos lados.
Las flores, de las que tanto se quejaba la vecina, caían como lluvia en la acera.
Había un agujero del tamaño de un autobús en la casa de la vecina.
La mitad de la casa había desaparecido en una explosión.
Las astillas llovían por todos lados.
¿Que...?
Parpadeo varias veces, como si eso fuera producto de su imaginación.
Pero era real, era totalmente real.
La casa de la vecina acababa de estallar, y la vecina estaba tan atónita como el.
Y Jude podía sentir en los huesos que había sido el quien lo había hecho.
...
Dejo de pensar en aquel día, había pasado hace muchos años, ¿Porque debía seguir pensando en ello?
Fue hace una eternidad, y había dejado de lado el misterio de como había hecho estallar la casa de una vecina sin mover un solo musculo.
Fuera lo que fuera, se había prometido no volver a usarlo, pero hace unos días había roto su promesa.
Estaba encerrado en su habitación con las cortinas cerradas, sin dejar entrar ni un rayo de luz.
Castigado, y suspendido de su escuela.
Jude sabia que era diferente a los demás, pero lo especial no siempre era bueno.
Se recostó sobre su cama, mañana ya podría volver a la escuela, con suerte.
Cerro los ojos y se relajo, y el sueño no fallo en asaltarlo.
Despertó a la mañana siguiente, el sol se filtraba por las cortinas azules.
Se vistió, se lavo los dientes y fue hacia la escuela sin peinarse el cabello rojizo.
Cuando llego, tuvo que apartar la vista de la entrada.
Varios constructores levantaban tablas de madera, y reparaban la oficina del director.
Una ola de culpabilidad lo inundo.
Todo había pasado tan rápido...
Hace unos cuantos días, lo enviaron a la oficina del director por haber derramado un café en el pasillo.
El viejo hombre lo había insultado, mientras ordenaba sus papeles y lo amenazaba con enviarlo a un sitio para huérfanos (Un lugar donde te abandonan para morir, como lo llamaba el director)
A Jude no le importaba demasiado, y habría seguido así si tan solo el director no hubiera hecho aquel comentario, aquella broma de mal gusto.
Pocas cosas podían enfadar a Jude, pero lo ultimo que le dijo ese hombre había sobrepasado cualquier barrera.
El anciano había hecho un comentario del día en el que su madre se había matado al chocar con un camión de basura, unos cuantos meses después del incidente con la vecina Beatriz.
Poco tiempo después de que esas palabras brotaran de la boca del director, Jude había perdido el control.
Un escalofrió había recorrido su cuerpo, y se le hizo un nudo en la garganta.
Unos cuantos segundos mas, y toda la oficina estaba en ruinas.
Los papeles volaban por todos lados, el escritorio había terminado hecho trizas, vidrios y libros saltando de un lado a otro, y el director había terminado colgado del techo, con 4 dientes menos.
Luego de eso, Jude se había desmayado.
La policía no tenia ninguna explicación lógica, ni mucho menos el director, que había visto como todo empezaba a girar y luego estallaba, como si fueran las acciones de un dios vengativo.
Pero la única respuesta que tenían era que Jude era el culpable.
Aunque gracias a la falta de pruebas, tan solo lo habían suspendido en lugar de encerrarlo en una correccional para menores.
Jude se alejo de los constructores, que lo miraban con la misma cara que un policía mira a un prisionero miserable.
Todos los estudiantes lo miraban, algunos con curiosidad, otros con un dejo de miedo.
Cuando el les devolvió la mirada, ellos volvieron corriendo a sus clases.
Le esperaba un largo día, sin saber que pronto las cosas cambiarían para siempre.
...
Las clases transcurrieron con normalidad, ningún profesor hablo al respecto, pero algunos lo miraban de reojo con cierto aborrecimiento.
-¿Realmente habrá sido el? -Escucho decir a una chica.
Jude se volteo y frunció el ceño.
La chica lo noto y bajo la mirada.
Jude volvió a mirar su cuaderno, ignorando el comentario.
El pelirrojo intento concentrarse en su tarea, que consistía en describir las analogías de...
Un papel le llego en la cabeza y aterrizo rebotando sobre su pupitre.
Jude miro atrás, algunos chicos del fondo reprimían risas.
Al abrir el papel, se topo con un dibujo mal hecho de el, en el que aparentemente golpeaba al director hasta la muerte.
-¿Te gusta mi dibujo? -Susurro un chico detrás de el.
Jude arrugo el papel y sintió como si le apretaran el estomago con una camisa de fuerza.
Acto seguido, escucho al chico detrás de el chillar.
Jude lo miro, al igual que todo el curso.
El chico se sostenía la boca con ambas manos, la sangre bajaba por entre sus dedos como pintura fresca.
Tenia la boca y las mejillas rojas como labial mojado.
-M-me ha roto la boca, m-me...-Tartamudeo el chico, trabándose con su propia sangre.
-¿Eh? ¡Ni siquiera te he tocado! -Reclamo Jude.
Y era cierto, Jude no le había puesto un solo dedo encima al chico, pero de algún modo inexplicable, el pelirrojo sentía que había sido el quien le había destrozado la boca al chico.
¿Pero...Como era posible algo así?
Al principio pensó que solo fingía, y que la sangre podía ser falsa, pero al retirarse las manos del rostro todos pudieron ver como tenia los labios partidos, algunos dientes sueltos y las comisuras de la boca cortadas.
-Yo...Yo no...-Dijo Jude, pero la profesora ni siquiera lo escucho.
La profesora se acerco al chico como una madre que ve a su hijo caer de la bicicleta, y le limpio la sangre de la boca.
-Ve a la enfermería, allí te ayudaran -Dijo ella, mirando de reojo a Jude y ajustándose los lentes.
Jude sintió algo que hacia años que lo perseguía.
Era lo mismo que alguien sentía al caer en publico.
Lo que sentía alguien al decir un chiste de que nadie se rió, o al haber desafinado durante un gran concierto.
Esa mezcla entre vergüenza, culpabilidad y debilidad.
Esa sensación que tanto odiaba, volvía a sentirla una vez mas mientras todos lo miraban con repudio.
El muchacho, cuyo rostro parecía una mezcla de lagrimas y maquillaje rojo estropeado, se levanto con la cabeza apuntando al techo, evitando que la sangre cayera en su ropa.
Camino hasta la puerta y no se fue hasta mirar con furia a Jude.
-M-mis padres s-son gente i-i-importante -Amenazo penosamente a Jude, antes de irse caminando por el pasillo, mientras se sorbía los mocos.
La profesora miro a Jude, con la misma expresión que una araña mira a una mosca. 
-Jude, iras a hablar con el director después de clase, ¿Me oyes?
El pelirrojo asintió con la cabeza.
Varios chicos ocultaron su risa.
Pero Jude no rió, de hecho, sentía que estaba mas cerca de llorar que de reír.
Durante el resto del día, tuvo que lidiar con los chistes satíricos e infantiles de sus compañeros.

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