Capítulo 1

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"El amor es única y exclusivamente ficción. Tal vez, alguien, en algún momento de la historia, se haya topado con él, igual que se han divisado ovnis y hay quién dice hacer magia. El amor es justo eso, magia. De pequeños nos hacen creer que existe, pero crecemos y la realidad nos salpica en la cara. Todo lo que conocíamos como magia, descubrimos que sólo eran simples ilusiones, al igual que el amor. Porque si no, dime, ¿qué es?

Que no me falte decir, que estas palabras que escribo, son mis propios pensamientos. Los pensamientos de una chica de 16 años, que creía haber tropezado con su príncipe azul, y aquí está, en el coche de sus padres, escribiendo palabras al azar para intentar secar sus lágrimas, mientras a lo lejos, ve como se aleja su casa, su ciudad, su vida.

Sé, que para ti mi marcha será todo menos triste (o eso es lo que tu comportamiento me lleva a pensar), pero quiero escribirte esto porque, ya que me voy lejos, a lo mejor me topo en mi camino con el valor, y puedo mandarte escrito todo lo que me gustaría decirte con palabras, si fuéramos lo que finjamos ser.

Te quiero,

Lαuren"

-Alis, cielo, deberías dejar de escribir en el coche, te vas a marear -me interrumpió mi madre.
-Eso intentó -respondí de forma brusca -a lo mejor consigo mi propósito y se suspende esta magnífica mudanza.
-Ya lo hemos hablado, me trasladan a Madrid, por lo que tenemos que mudarnos allí -mi padre estaba harto de repetirme una y otra vez lo mismo, y eso se le notaba en la voz.
-¿Y no podrías ir tú solo? Mamá y yo nos quedamos en Tenerife y nos vienes a visitar los fines de semana, o nosotras a ti, no me parece una solución tan mala...
-No seas egoísta Alicia, nos vamos todos y punto -y así, mi padre terminó la conversación.

Llegamos al aeropuerto y a la hora embarcamos. El viaje no fue tan largo como parecía, a la una y media ya estábamos a las puertas del aeropuerto esperando por la persona que se encargaba de recogernos. Nuestras pertenencias, a excepción de lo que llevábamos con nosotros, llegaría el lunes por la tarde, así que pasaríamos el fin de semana en el hotel que se encarga de dirigir mi padre.

Mi habitación era espectacular. Como "regalo" por el traslado, mi padre había pedido que tuviera una suit para mi sola, al menos, algo tenía de especial. La vista era increíble, se veía toda la ciudad, pero echaba en falta el mar, era gran masa de agua que te da la sensación de libertad. Me cambié de ropa por una más abrigada y baje al restaurante, el viaje me había dado hambre.

Te quiero, LaurenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora