Skaar

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La luz de la mañana se filtraba a través de las huecas ventanas del Castillo de Piedra del Sol. El sonido de los pasos retumbaba y hacía eco en el pasadizo. Medio oculto entre las sombras, Lord Allester Ghian aparentaba más la apariencia del animal que había tomado como apodo: el Oso Pardo. Daba pasos excesivamente fuertes, de modo que cualquier persona que no estuviera muy cerca de él escucharía el eco de su caminar antes de la conversación que estaban teniendo. "Si lo está haciendo a propósito" pensó Skaar "Es mucho más inteligente de lo que aparenta".

Su voz, de todos modos, ya era bastante fuerte de por sí.

—Bueno, cojudo —rio estruendosamente—el desayuno ha sido por cuenta mía por tu ingreso al consejo. Así vas a comer a partir de ahora, ¿qué te pareció?

—Muy bueno —respondió Skaar, con una sutileza impropia de un bastardo —Degusté varias cosas que nunca había probado, especialmente frutas exoticas.

—Importadas, algunas de Islas León, la mayoría de Islas Esgrima —explicó Allester, sobando su protuberante barriga —Comen bien esos conches.

—¿No se enojará Lord Oogi por llegar tarde a mi primera reunión del consejo?

—No, no cojudo. Tú no te preocupes. Entenderá que quería invitar a mi sobrino a desayunar en su primer día. Yo me hago responsable por ti, muchacho.

Le dio unas palmadas en la espalda, con mucha más fuerza de la necesaria. Skaar se tambaleó ligeramente, y luego siguió caminando.

—Solo me preocupa que crea que estoy siendo irrespetuoso —le hizo saber el joven —O irresponsable.

—¡Irresponsable, ja! Hay solo una persona que Oogi ha respetado en su vida, y ese ha sido Lord Vincent Shioc. Y si fuiste un buen ayudante para él, estoy seguro que Oogi te quiere en el Consejo tanto como cualquiera de nosotros.

Pasaron a otro corredor, el cual estaba decorado con varios cuadros de la familia Ghian. Skaar reconoció al hombre que caminaba a su lado en su juventud. No había cambiado demasiado, más allá de los cincuenta kilos de más que lucía en la actualidad.

—Además, yo creí que Oogi iba a querer poner a su perro Vulcani en lugar del viejo Shioc, pero cuando le propuse que tú seas su remplazo, no dudó. Creo que tiene interés en ti, muchacho.

No se fijó en los cuadros de sus otros dos tíos, Hitachi Ghian y Mauzer "El Perro" Shache, pero se tomó un segundo para observar la imagen más grande: su padre, el Emperador Hayan Ghian, en su juventud.

Allí, en su armadura dorada, y con el cabello largo sostenido en un moño alto, tal vez no había mucha similitud entre su padre y él mismo, pero reconoció su propia mirada en los ojos de la ilustración. Esa mirada fiera propia de los Ghian.

—Bueno, aquí vamos —dijo Allester.

Entraron a través de una enorme puerta de madera, que rechinó fuertemente al abrirla.

Dentro, tres hombres se sentaban en una mesa llena de papeles: Toller Ghis, el maestro de moneda, con su cabello negro con un peinado abierto y su nariz aguileña gruesa, como no, con una copa en la mano; seguido de su tío Hitachi, a quien veía en persona por primera vez, de rostro serio y nariz larga, con el cabello oscuro peinado hacia atrás. Vestía su armadura de guerra de color plata.

El otro hombre estaba de espaldas, y aparentemente, detuvo lo que estaba diciendo.

—¿Empezando sin nosotros? —dijo Allester, sentándose a la diestra del último. Skaar se sentó a su costado.

—Acordamos una hora, llegaron tarde.

La voz de Lord Fukami Oogi era mucho más calmada y chillona de lo que Skaar hubiese creído, propia de un anciano, y con un acento que supuso era el de las Islas Esgrima. Se antojaba bajito, menudo y frágil, y el cabello blanco empezaba a ralarle en la coronilla. Sin embargo, solo con su postura impoluta, sentado en la silla de Cabeza del consejo, que era bastante más alta que las otras; y la mirada imperturbable en sus ojos rasgados rodeados de arrugas, denotaban el carácter propio de un líder político y militar de su calibre.

—Perdona al muchacho, Fukami —se disculpó Allester con un tono de arrepentimiento tan fingido como su reverencia —me hago responsable de sus acciones.

Lord Oogi ignoró su comentario, y dijo:
—Continuaré.

Lord Toller sirvió Jora en la copa del muchacho, y este respondió con un leve gesto de agradecimiento y una sonrisa. Allester apresuró su copa hacia su compañero, quien negó servirle con un gesto propio de un bufón. ¿Era este el consejo mayor?

—Se espera la llegada de Lord Othem Ponem en la próxima semana —informó el anciano —con él, el consejo estará a pleno, y podremos tomar la decisión sobre el final de la guerra.

—Ese Othem y su hermano nos dieron tantos problemas hace ocho años, y ahora le damos un lugar en el consejo —empezó Lord Toller —es una locura pensar que...

Lord Fukami lo fulminó con la mirada. Solo eso bastó para que Toller se callara. A pesar de su apariencia, dominaba a todos los que estaban allí sentados sin una sola palabra.

—Lo que quería decir —se corrigió, notablemente nervioso —es que hay personas más calificadas para el trabajo. Por ejemplo, su buen amigo Lord Vulcani.

—Quien se encuentra muy ocupado con sus labores diplomáticas junto a mi hijo —lo interrumpió el anciano —además, Lord Ponem tiene una deuda conmigo. Cuando lo nombré miembro del consejo, tras el final de la rebelión de los Ponem y perdoné la vida de él, su familia, y su pueblo, el juró lealtad al Imperio, y asumió su cargo sabiendo que lo llamaría en una emergencia. La emergencia está aquí.

Nadie dijo nada, pero Hitachi Ghian gruñó en respuesta.

—Yo, si mal no recuerdan, batallé a su mando en la Rebelión —Lord Fukami miró a los dos Ghian sentados sobre la mesa, deteniéndose en Allester —y yo me hago responsable de sus acciones.

En ese momento Skaar, entendió todo. El Oso lo había utilizado como una declaración de intenciones al llegar tarde a propósito. Se sintió sucio por ser un instrumento en el juego de su tío, pero reafirmó que era mucho más inteligente de lo que parecía.

—Bueno, si no tienen nada más que añadir, doy por terminada la sesión —culminó lord Oogi, poniéndose de pie y confirmando su pequeña estatura —nos veremos mañana, y espero que esta vez no lleguen tarde.

Fue el primero en salir, dejando a los dos hermanos, a Toller y al muchacho sentados en la mesa.

—Incluso con la tardanza, esa fue una reunión bastante corta —se burló Allester, rellenando su copa nuevamente.

—¿Normalmente cuánto duran? —Preguntó el joven Skaar.

—Lo que Lord Fukami quiere que duren —respondió Toller, tratando de servirse más jora, aunque el Oso ya se la había terminado —te acostumbrarás.

—Mira que traer a ese traidor —se quejó, aún sentado, Hitachi —Tendrá que subirme el sueldo solo para que no le cable mi espada en la garganta.

—¡Ja, ja, ja! —rio estruendosamente Allester Ghian, poniéndose de pie —vamos, hermano, no seas tan agrio. Te invitaré el almuerzo. ¿Qué dices tú, sobrino, te animas?

—Creo que me quedaré un momento, pero gracias.

Skaar escuchó la puerta cerrarse tras la salida de los tres hombres, y se quedó de pie en la habitación vacía, observando el asiento del jefe del Consejo, y pensando en qué tendría que hacer para que sea él quien se siente en esa silla.

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