Durmió literalmente durante todo el día, sin duda el cambio de horario le estaba afectando; mientras dormía tenía pequeños sueños, se veía jugando enfrente del bar de su padre cuando era pequeño, se veía ignorando a su progenitor ya que nunca entendió cuando le hablaba inglés, y se veía jugando con otro pequeño niño, cerca del lago, corriendo libremente y fingiendo ser todo y nada a la vez, se veía feliz...
Pero la sensación no le duró mucho ya que un golpe sordo se oyó en el piso de arriba, haciendo que por consecuencia se levantara asustado y cayera de la cama dándose después un buen golpe con el reloj despertador que calló sobre su cabeza desde el buró
—Uno no puede descansar —refunfuñó y se dirigió al bar para ver quien había sido sin siquiera molestarse en levantar el aparato ya roto .
*.*.*.*.*.
Cuando por fin subió no pudo ver nadie a través de las ventanas que decoraban la estancia, así que pensó que tal vez había sido un gato o algo por el estilo.
Disponiéndose a volver a descansar de nuevo, se escuchó un repiqueteo en el cristal, al voltear nuevamente se encontró a través de la venta al muchacho que lo había atendido en su llegada al pequeño pueblo, confundió se acercó a la puerta y la abrió invitándolo a pasar con la mirada.—Gracias —dijo el chico una vez dentro—estaba muriendo de frío afuera.
Bright lo miro interrogante, por lo que el chico inmediatamente empezó a hablar:
—Sinceramente, vine a ver si seguías vivo—expresó— realmente este lugar estuvo tan abandonado desde que el dueño... digo tu padre murió...
—¿y esto viene a..?—pregunto el pelinegro aún sin saber a donde se dirigía aquella extraña charla.
—Es que dicen que...
De pronto una fuerte corriente interrumpió al castaño tumbándolo al suelo enfrente de Bright, cuando este último intentó ayudarlo a levantarse, lentamente el castaño empezó a derramar lágrimas y gritó:—NO ME TOQUES, ESTAS MALDITO— para acto seguido salir corriendo y dejar muy confundido a Bright y solo de nuevo en aquel viejo bar...
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El chico de la calle 25 •Brightwin•
SpiritualBright acaba de llegar a una solitaria ciudad cerca de las montañas, muy lejos de casa y donde la gente hablaba un idioma que ni si quiera podía entender al cien por ciento. Cabe recalcar que desde que puso un pie aquel lugar un sentimiento extraño...