Capítulo 2. Almuerzo

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—Ni creas que voy a perder mi tiempo contigo enseñándote la escuela. Y tampoco pienses que te voy a prestar mis notas. ¡Arréglatelas como puedas! —sentencia Woo Hyun una vez que la campana ha sonado, anunciando la hora para almorzar.

    
Sung Kyu lo mira guardar sus cosas en su mochila con rapidez, y por un momento quiere soltarse a reír porque el ceño fruncido del alfa lo hace ver realmente serio, sin embargo, el omega para nada ha sentido algo parecido a la hostilidad de su parte.
    
Además, Sung Kyu no necesita que Woo Hyun lo lleve a conocer la escuela. Hace algunos días atrás, cuando regresó a Seúl con su padre, ambos vinieron a ver las instalaciones. Varias personas importantes le recomendaron la preparatoria Woollim al señor Kim, sobre todo porque es más como un internado, aparte de tener excelente seguridad y privacidad, aunadas al gran prestigio académico desde hace ya varias décadas.
    
A decir verdad, el joven no estaba muy entusiasmado por regresar, pero cuando su madre murió, hace algunos meses, su padre decidió dejar todo atrás para empezar de nuevo en su ciudad natal, y Sung Kyu no podía negarle algo de tranquilidad, después de todo, esa mujer fue el amor de su vida, aunque no haya sido una madre realmente amorosa con su hijo.
    
—No tengo idea de por qué eres tan arisco conmigo; ni siquiera me conoces. ¿Acaso siempre eres así con los nuevos? —inquiere Sung Kyu cuando toma sus libros.
    
Él no usa mochila o bolso; ni siquiera cargaba una mísera libreta en su escuela anterior. Pero su padre le dijo que si quiere hacer amigos, tiene que dejar de ser tan arrogante; no obstante, todos alrededor de Sung Kyu se comportan así, incluidos los chicos con los que pasaba el tiempo en Japón. Ellos no paraban de escupir sobre todo el dinero que tienen sus padres, mas Sung Kyu nunca se ha jactado de la gran fortuna de su familia, sino de la gran inteligencia, belleza y muchas otras cualidades con las que nació.

Ese es su verdadero 'pecado'. Aunque, Woo Hyun no se queda atrás en cuanto a petulancia se refiere.
    
—No. Sólo contigo. Simplemente, me importas un bledo —asegura antes de ponerse de pie con la intención de salir del aula.

Sung Kyu también se levanta y lo sigue de cerca.
    
—¿Es eso? O, ¿estás molesto porque te vencí esta mañana en la pista?

El alfa se detiene abruptamente y el omega choca contra su espalda. Woo Hyun gira sobre su eje y por un instante la piel de Sung Kyu se eriza, pues el otro comienza a desprender un olor amargo, aunque, no es realmente molesto o intimidante.
    
—Será mejor que cierres la boca —dice Woo Hyun entre dientes, pues aún no están completamente solos en el aula.
    
Sung Kyu se cruza de brazos y una pequeña y traviesa sonrisa empieza a flotar en sus labios.
    
—Así que, te avergüenza que los demás lo sepan —apunta con un brillo peculiar en los ojos.
    
—Te dije que cerraras la boca —susurra el alfa mientras aprieta los puños a cada lado de su cuerpo.

El omega lo ve tensarse y aquello le provoca más satisfacción.
    
—Está bien; no se lo diré a nadie, pero...
    
—Pero, ¡¿qué?! ¿Te estás atreviendo a amenazarme?
    
—¡Oh, no! Nunca lo haría. Es sólo que, si te importa tanto, puedo quedarme callado si... me prestas tus notas.
    
—¿Qué? —y el rostro de Woo Hyun se desfigura.
    
—¡Sí! Puedo olvidar todo el asunto si me ayudas a ponerme al corriente con las clases. De verdad lo necesito —declara con seriedad.
    
Y es que Sung Kyu habla totalmente con la verdad. No se lo ha dicho a Woo Hyun, pero en su antigua escuela era el número uno de su clase.
    
El alfa lo mira a los ojos y aunque siente que todo eso es sólo una forma del omega para burlarse más de él, Woo Hyun está dispuesto a acceder a cambio de que no grite a los cuatro vientos lo que pasó en la mañana.
    
—Está bien. Te ayudaré, pero más te vale que te mantengas callado.
    
Y Sung Kyu sonríe, algo que de verdad le irrita a Woo Hyun. El alfa no se puede explicar por qué el omega lo pone de tan mal humor.
    
—Gracias —dice Kim, posando su mano libre en el hombro de Nam.

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