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Narrador:

Aphelios, el arma de los caídos del Monte Targón, valiente y silencioso asesino capacitado y entrenado para matar a cualquier amenaza que ose enfrentar a la religión Lunari. Este chico aproximadamente de unos 20 años es mudo, desgraciadamente por culpa del veneno que bebe y recorre sus venas para que su amada hermana pueda ver a través de él y así brindarle de sus poderes mágicos.

Una vez hecha una breve descripción del personaje principal, comenzaré realmente con la historia.

Aphelios entrenaba muy duro en sus campos de entrenamiento sobre las montañas en donde se ocultaba su gente Lunari, entrenaba día y noche, hasta derramando su propia sangre si era necesario, ahora era uno de esos momentos en los que Aphelios entrenaba para no defraudar así a su gente que le seguía y confiaban en él, quería ser aún más rápido de lo que ya era, hasta que uno de los monjes Lunari interrumpió su duro entrenamiento. Secandose el sudor con una pequeña toalla sobre su frente, le miró y jadeando inclinó levemente la cabeza hacia arriba para así darle a entender al señor que estaba atento a lo que tenía que decir.

- Aphelios, siento molestarle en su entrenamiento, pero es de urgencia, su entrenador requiere de su presencia.

Este se inclina y se va. Aphelios aún jadeando un poco con la boca abierta escucha a Alune en su cabeza, este cierra sus ojos y escucha atentamente.

- Hermano, no te rindas ahora, vamos a escuchar lo que nos tiene que decir, estoy contigo.

Aphelios más calmado abre un poco sus ojos y asiente con la cabeza, las armas desaparecen por obra de Alune y calmadamente con una toalla sobre sus hombros mojados decide ir a ver a su maestro, ha de admitir que estaba nervioso, pocas veces suele pasar que su entrenador quiera hablar con él y más aún urgentemente. Rápidamente negó con su cabeza para negar esos pensamientos negativos y ensimismado se dirigió hacia la cueva en la que este residía.

- Ah... Querido Aphelios, has llegado pronto, no esperaba menos...

Aphelios se limitó a estar callado pues no quería forzar su voz aún más pues estaba destrozada de todo el veneno que había ingerido durante años.

- Lo siento, sé que careces de voz, pero os necesitaba, a Alune y a ti, Aphelios... *coloca sus manos detrás de él y mira a través de un espejo que colgaba de las paredes de su cueva* Debes ir a Noxus, han visto a Diana allí pero no la han podido seguir, ella es demasiado astuta  y sabe que no va a parar hasta encontrar respuestas del pasado de los Lunari y los Solari... *ríe levemente y mira a través del espejo a Aphelios* con esto quiere decir... *se dirige hacia Aphelios* tú eres el único capaz de ir a ese sitio sin ser matado, confío en ti, la fé Lunari confía en ti en que la puedas hacer regresar, las respuestas no están en Jonia, están más cerca de lo que cree... Confiamos en ti, Aphelios.

Aphelios se queda un rato pensativo mientras mira a los ojos del anciano, él tenía razón y sabía que era el único que podía ir, pero le aterraba ese lugar, allí solamente hay borrachos, asesinos y guerra, eso a Aphelios le aterraba pues era una persona bastante tranquila ya que su entorno le hizo ser así, aún así, era una misión importante y no podía decir que no. Al oír la aprobación de su hermana Alune, él asintió con la cabeza e hizo su gesto típico de posicionar su mano sobre su pecho y subir y juntar sus dedos índice y corazón.

- Que tu fe no flaquee en tu estancia en Jonia y que el poder Lunari te acompañe, Aphelios.

Con esto ambos se despiden y Aphelios marcha hacia el lugar de destino, era un camino bastante largo pero él había entrenado para todo, a si que no le era para tanto, solamente le bastaba su fe y su hermana en su camino.

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Pasaron algunos días algo duros, Aphelios cazaba su comida y dormía en el propio suelo del bosque hasta que a lo lejos oyó un distinto idioma, distinto idioma y de olor a una bebida alcohólica muy fuerte, rápidamente dedujo que había llegado a su destino y este se adentró más aún en el bosque junto a su hermana.

- No flaquees Aphelios, estamos cerca.

Dijo su hermana con un tono suave, pero lo suficientemente alto como para que Aphelios no oyese que había activado una trampa que estaba posicionada en el suelo con una cuerda atada a dos árboles, esa cuerda se enganchó fuertemente el pie de Aphelios levantándolo del suelo y poniéndolo boca abajo, Aphelios iba a sacar una de sus armas para cortar la cuerda, la Severum, pero rápidamente otra trampa se activó y una piedra golpeó la cabeza del chico, su arma cayó y desapareció, lentamente los ojos de Aphelios se iban cerrando ya que iba a quedar inconsciente y algo borroso logró ver un par de siluetas negras acercarse a él, contó tres de ellas pero no podía distinguirlas, simplemente sus ojos se cerraron por completo y ya después no recordó nada.

~Hasta que se ponga el Sol~ - Aphelios x Sett - ¡Y-A-O-I!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora