Noche movida

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Era una de las muchas noches en las que no podía dormir, estaba escuchando música con los auriculares acostada en la cama en medio de la oscura habitación. Pensando en todo y nada, hacía tiempo que no me tomaba el tiempo de pensar profundamente, pero lo que creía que sería un tiempo de reflexión se acabó convirtiendo en una noche movida.

Dentro de mis pensamientos se encontraba uno de mis amigos de la facultad, el cuál vivia conmigo. Era dos años mayor, de constitución fuerte y metro ochenta; su pelo era bastante rizado y negro lo que hacía que tuviera ganas de tocarlo mientras nos fundíamos en un beso. Sus ojos tan negros como el azabache me impedían mirarle mientras hablaba, porque si lo miraba fijamente parecía que pudiera descubrir todos mis secretos más profundos, y es lo que más temía porque no quería que supiera que le deseaba.

Pensando en todos esos rasgos característicos, y su risa de niño travieso empecé a notar como mi cuerpo reaccionaba a los estímulos imaginarios, entonces intenté no pensar y dormir, pero cuánto más intentaba dejar de lado esos pensamientos, más crecían dentro de mí.

Empecé a acariciar mis pechos y pellizcarme los pezones imaginando que era él quien jugaba con ellos y que los lamía de tal forma que me volvía loca por segundos, y que eso le excitaba provocándole risitas de vez en cuando sobre mi piel, que hacía que me excitara más aún.

Fui bajando hasta mi monte de venus, que estaba preparado para poder satisfacer esa necesidad de tenerlo dentro de mí en todo momento. Pero entonces alguien abrió de sopetón la puerta y encendió la luz. Yo esperaba que no fuera él, porque no me había dado tiempo a quitar la mano de mi zona íntima, y no quería que él me viera así, porque sabía que si lo veía me excitaría más.

- ¿Qué haces?- era él, había entrado en mi habitación y se había quedado con una cara de perplejidad bastante marcada.

- Tu qué crees- le contesté con mirada picara y encendida por la lujuria que corría por mis venas en esos momentos, y dejé mi mano en mi parte más íntima para así provocarlo y averiguar si vendría a jugar o no.

- ¿En qué piensas?- me preguntó con fuego en los ojos y una sonrisa pícara mientras se acercaba despacio fijando su mirada en la mano bajo la sábana.

- No es de tu incumbencia, así que vete. Le respondí malhumorada, al ver que no reaccionaba como deseaba y que se quedaba en los pies de la cama sin dejarme continuar.

- No, quiero ver como lo haces, quiero ver cómo disfrutas pensando en mí y sé que te gusta que esté aquí viéndote jugar- pero no se acercó más, se quedó pegado a los pies de la cama mirándome también con lujuria, y con esos ojos traviesos que tenía.

Yo sin pensarlo dos veces, volví a darme placer como antes lo hacía, pero esta vez en vez de cerrar los ojos, me quedé mirándole fijamente provocándolo por momentos, y gemía más para que supiera que todo eso era por él y que me volvía loca; en menos de cinco minutos llegué al clímax, y mis piernas quedaron adormiladas.

Entonces vi como el tocaba su miembro grande y preparado para acabar; me acerqué y aparté su mano y ese vacío que había provocado lo sustituí por mi boca, al principio empecé a besarle el glande poco a poco para ver su cara de satisfacción y saber que eso lo provocaba yo, sabía que en ese momento tenía el poder y eso me gustaba tanto que empezaba a excitarme otra vez.

Mientras besaba su miembro subía y bajaba con la mano, hasta que me cansé de provocarlo y me lo metí entero en la boca, saboreándolo y disfrutando de lo grande que era, notaba como sus venas se hinchaban por momentos y cómo disfrutaba, jugaba con su glande como si fuera un chupa-chups para provocarle más placer, a veces apretaba los labios para que sintiera más placer y cuando me cogía del pelo sabía que de verdad lo estaba disfrutando; esto me provocaba risitas que ahogaba mientras seguía subiendo y bajando por su miembro grande, preparado y humedecido al igual que lo estaba yo, estas risitas causaban que se excitara más con lo que yo también lo hacía, y no paré hasta conseguir que llegara a correrse en mi boca.

Después de acabar, se apartó un poco para sacar su miembro de mi boca, me cogió por los brazos para colocarme cara a él, y me besó. Me pidió acceso a mi boca con su lengua y se lo concedí ansiosa, y disfrutamos un momento saboreándonos poco a poco; después empezó a besar mi cuello y el lóbulo de mis orejas mientras bajaba su mano hacía mi monte de venus y lo exploraba excitándome y logrando que llegara a un segundo orgasmo.

Nos miramos con pasión y ansiedad por estar juntos, el uno con el otro fundiéndonos en uno; le cogí de la camiseta que aún llevaba puesta y lo tiré a la cama conmigo, empezamos a besarnos con lujuria y esta vez no fuimos tan lento. Me cogió y me puso encima suya para que así fuera yo la que llevara el ritmo, cosa que agradecí al principio porque quería disfrutar del momento e ir despacio, pero cuándo lo tuve dentro y noté su miembro llenándome por completo no fui capaz de pensar en nada, los dos nos volvimos locos e iniciamos un baile que ninguno pudo controlar, la necesidad mutua era mucho mayor que cualquier deseo de disfrutar de la noche. En cuanto acabamos, nos besamos lentamente y nos acostamos el uno al lado del otro.

- Llevaba mucho tiempo queriendo hacer esto- me confesó susurrándome en la oreja.

- Yo también- confesé acurrucándome en su pecho, sintiendo su calor y escuchando sus latidos aún acelerados. Le besé en el pecho y fuimos cayendo profundamente en los brazos de Morfeo.

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