Prólogo:

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Nací con el corazón hacia la derecha en lugar de hacia la izquierda

Nadie lo sabe, pero mi corazón no está en el sitio en el que debería estar. Los corazones, aunque realmente se encuentran en el centro, están inclinados hacia la izquierda y el mío lo está hacia derecha, un defecto que no altera en lo absoluto su funcionamiento, pero que es un hecho. 

Un secreto entre mi tío Carlo y yo. 

Aunque no me gusta esconder cosas de Vicenzo, mi mejor amigo desde que tengo uso de razón a pesar de que siempre robe mi comida y luego me diga que no la tomó con migajas en las mejillas y la cara enrojecida por la ira que le causa que no le crea, y de Arlette, la única niña que no llora cuando la toco,  nunca se lo digo a nadie porque el hombre que aceptó educarme luego de que mis padres murieron me hizo jurar con la mano presionada contra un hierro hirviente que no lo haría. De lo contrario habría dolor y no sería él quién lo causara si lo desobedecía. 

Más dolor que el que la quemadura me produjo, prometió.

Semanas después de que eso sucedió, mi mano todavía seguía ardiendo y la piel continuaba desprendiéndose de ella con ampollas, así que nunca me atreví a decir nada. Odiaría a mi tío, quién es como un padre para mí pese a que todo el amor que él pueda llegar a sentir después de la muerte de su esposa está exclusivamente destinado a su hija biológica, si todo lo que me hace no tuviera una razón de ser y no viviera cada día las consecuencias de ser débil en nuestro mundo creciendo como un huérfano por el que todos sienten lástima. La primera vez que entré en las mazmorras de nuestra casa, antes de hacerlo él me preguntó si quería sobrevivir o si quería morir como mi padre, como si no valiera nada pese a ser un Cavalli. Desde entonces sé que mi adaptación a la oscuridad tiene la finalidad de mantenernos a salvo y de hacernos hombres hechos para un día, en el futuro, estar a cargo de nuestros correspondientes legados. Él no hace lo mismo con Arlette, pero Constantino, su mejor amigo, hace cosas peores a su hijo con el fin de hacerlo el hombre más fuerte de Chicago.

En comparación a él, el tío Carlo no es tan malo.

Pero aunque quizás Vicenzo un día logre ser el capo más violento de nuestro oscuro reino, no será el más inteligente. Ese puesto siempre le pertenecerá a un Cavalli. A veces me pregunto si seré yo, pero a veces siento desprecio hacia mí mismo por todo lo que debo hacer para llegar ahí, empujado a cometer actos  cada vez más viles para obtener la aprobación de mi tutor. Sospecho que él no se detendrá hasta que llegue el punto en el que las celdas en el sótano de la casa en la que vivo se sientan como mi verdadero hogar y no la construcción sobre ellas.

Porque a pesar de que soy inteligente porque obtengo las mismas calificaciones en la escuela que Arlette, a quién siempre le dice que lo es cuando piensa que los demás no miran porque se supone que las niñas no deben ser listas, a él no le importa que yo sea inteligente.

Le importa que no tenga corazón.

Se supone que el capo perfecto no siente. 

No tiene debilidades, salvo la familia.

Así que cuando la luz encima de mí se enciende y mi corazón empieza a latir rápido, mato a todo lo que mi tío ponga ante mí, de la forma que él escoja, cada vez más sangrienta, sin cuestionar ninguna de sus decisiones porque él no murió, pero mi padre sí, y es su voz la que debo oír.

Si no lo hago, terminaré nueve metros bajo tierra y no quiero morir.

Si muero, nadie me recordará como nadie recuerda a mis padres.

Nadie me amará.

Felicitaciones, Francesco, me haces sentir orgulloso ─dice cada vez que termino desde una de las esquinas en la que me observa antes de que las luces se apaguen, una aguja pinche mi cuello y sea llevado a mi habitación, dónde seré aseado por alguien del servicio, liberado de la sangre, y despertaré horas más tarde para asistir a la escuela como si todo fuera una pesadilla.

Solo que a lo largo del día veré las manchas en mis manos pálidas, manchas que no están ahí, y sentiré náuseas al recordar la viscosidad de la sangre en ellas pese a que anteriormente tenerla sobre mí sació mi ansiedad y me permitió respirar. 

Pero mi corazón siempre seguirá ahí, latiendo pese a sus intentos por sacarlo de mi pecho.

Porque no está en el lugar en el que debería estar.

Y eso un día me matará o me salvará.


Coming soon 

Francesco © (Mafia Cavalli IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora