A Yoongi le molestaba que una persona fuese tan sociable y tan, aparentemente buena. Le molestaba que él no pudiese serlo. Quería ser así. Quería ser como Park Jimin.
Y eso era molesto.
Porque Park Jimin brillaba con una luz propia, era tan único que seguramente nadie podría ser como el. Y Yoongi menos, el tan sólo era un gatito gruñón admirado por la luz que Jimin emitía.
Y eso era molesto. Tan molesto que no podía despegar la mirada de él en todo el día.
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