El frío calaba fuertemente en sus huesos. Tras horas a la intemperie, Daryl sentía todo su cuerpo adolorido, pero estaba demasiado preocupado como para descansar. Se puso el poncho sobre sus hombros, agarró la ballesta y salió por la puerta de su casa. No había dormido nada pero sabía que no podría hacerlo hasta encontrarla. Solo quería ir a buscar a Carol. La terrible angustia de creer que hubiese huido se apretaba en su pecho. Las calles de Alexandria estaban desiertas, a excepción de los vigilantes de la valla; los alejandrinos dormían y descansaban en pocos minutos les tocaría enfrentar un nuevo y agotador día.
A paso decidido se acercó a la valla que le separa del mundo exterior, abriéndola. La presencia de alguien le sorprendió, y entonces la vio.
El alivio apareció en él, aunque rápidamente fue reemplazado por preocupación cuando la inspeccionó de arriba abajo y más de cerca. Herida. Llena de polvo y agotada.
La miró a los ojos, quiso saber a través de ellos que le había ocurrido, pero solo vio cansancio y dolor. Mucho dolor. Sus ojos aguados, empapados de lágrimas. Y entonces, ella pasó por su lado, sin decirle ni una palabra. La indiferencia fue más dolorosa que su ausencia. Se giró sobre sí mismo y la observó cómo se dirigía hacia la casa.
A pasos rápidos la siguió, sin saber muy bien que hacer, la vio desaparecer por las escaleras arriba. Daryl se quedó mirando el vacío de las escaleras mientras escuchaba la puerta de su habitación cerrarse. Estaba entre enfadado y preocupado por ella. Le gustaría poder subir las escaleras y entrar en la habitación para hablar con ella para acabar con esta situación, pero era evidente que ella no quería saber nada. Y ese rechazo le dolía muchísimo.
Cansado, se fue hacia el sótano a descansar, mientras su cabeza daba vueltas intentando comprender que estaba sucediendo entre ellos. Le dolía demasiado. Dejó caer la ropa al suelo, mientras la mirada se fue directa a las bellotas que descansaban en la mesa desde el día que la propia Carol se lo dio. Desde entonces lo tenía allí guardado como si de un tesoro se tratase. Poco a poco cayó rendido ante el sueño.
*****
Cuando despertó el sol se alzaba en el cielo señal de que probablemente era media mañana. Dog se movía por la habitación inquieto, mientras movía su cola con nerviosismo. Se levantó del sofá para vestirse de nuevo, antes de esconder la bellota que Carol le regaló en su bolsillo delantero. La tocó con cariño, convenciéndose a sí mismo que esta le traería suerte.
Salió de la habitación, y pudo ver las flechas de Carol que aún estaban en la entrada, señal de que la mujer estaba en casa.
Daryl miró escaleras arriba, mientras decidía que hacer y se movía inquieto en el pasillo y se mordió la uña del pulgar. Necesitaba hablar con ella y acabar con esta maldita tensión que había entre ambos. Estaba enfadado pero también estaba muy preocupado.
¡Joder! Ya no sé qué hacer.
Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta que Lydia acababa de entrar en el salón.
— ¿Daryl? ¿Qué haces? — Preguntó Lydia.
— ¡Joder! —Soltó el arquero ofuscado y a la misma vez, avergonzado.
Daryl pudo percibir una sonrisita de la adolescente.
—Si esperas a Carol, se ha levantado hace un rato y se ha vuelto a la habitación tras desayunar.
—G-gracias.
En ese preciso momento, la puerta de la habitación de Carol se abrió, y la mujer salió de esta. Vestida con una camiseta azul de media manga. Al ver a los dos al final de las escaleras, ella frunció el ceño pero siguió bajándolas, mientras que Lydia se fue de allí con una media sonrisa, y Daryl esperó a que la mujer bajará.
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Contigo (one-shot)
FanfictionDe una vez por todas, Carol y Daryl hablan de sus sentimientos. ¿Afrontaran sus sentimientos finalmente? -Oneshoot de dos partes-