Justicia por mano propia en el Conurbano

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La inseguridad que azota a las afueras de la Ciudad de Buenos Aires ya nos tiene acostumbrados a toda clase de atrocidades.

La ola de violencia creciente es materia de preocupación para las autoridades de los municipios del GBA pero lo es aún más para sus ciudadanos.

Las fuerzas de seguridad, muchas veces inoperante y muchas otras cómplice, no son capaces de garantizar el bienestar social. Las múltiples sospechas de corrupción policial han disparado todas las alarmas de las oficinas de asuntos internos.

Ante semejante cortocircuito en el sistema de protección se comenzó a acrecentar otro fenómeno, el armado de los vecinos.

Desde finales del verano hasta aquí se han registrado infinidades de "linchamientos" a rateros y ladrones, linchamientos que cada vez se tornan más y más violentos.

Al día de hoy, la cosa ya no se limita al simple hecho de dar patadas o puñetazos, pareciera ser que la sociedad ha querido comenzar a balancear el equilibrio de la violencia.

Primero sumaron palos y piedras para amedrentar a los malvivientes pero la puerta giratoria de los calabozos obligó a los bonaerenses a tomar cartas en el asunto.

"Si nadie nos cuida, lo haremos nosotros"

Sólo en el municipio de Morón ya se han detectado veintisiete homicidios a delincuentes, traficantes y violadores en lo que va de la cuarentena. Claro esta que en aquel distrito es donde residiría el justiciero clandestino al que nadie ha visto y a quien gustan llamar: "Canuto".

Esperemos que las autoridades nacionales tomen cartas en el asunto para que la seguridad se restablezca al orden preestablecido según nuestra constitución nacional.

No es al pueblo al que le corresponda defenderse.

Dorrego.

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