Capítulo 4

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Los días del Uzumaki en la academia Quoh eran calmados, si se ignoraban los intentos de las herederas por hacerlo unirse a sus noblezas, lo que sí había llamado su atención era lo que ocurrió con aquel chico castaño, antes sentía dos tipos de presencias, ahora eran tres, gracias a Ophis aprendió sobre la existencia de los dragones celestiales y los reyes dragón, era como una jerarquía creada a partir del poder, cosa que lo llevo a pensar que él debía ser como el dios de los yokai, cosa que dejo de lado, al notar lo arrogante que sonaba, algo que quería evitar al recordar a los Uchiha contra los que se había enfrentado.

-Vamos a llegar tarde – Shirone exclamo con premura.

-Tranquila Shiro-chan – Naruto exclamo viendo como varios clones suyos hacían la limpieza – estamos a tiempo, además, podemos llegar allá en un resplandor.

La pequeña solo asintió empezando a comer un plato lleno de dulces que Naruto había sacado de la nada mientras esperaban a que Kaguya y Kuroka salieran de sus cuartos, todo bajo la atenta mirada de Ophis, la cual parecía igual de inexpresiva que siempre, aunque para el Uzumaki eso no era del todo así, ella estaba tranquila escuchando música, no importaba que tipo de canción fuera, a ella solo parecía gustarle y ya.

-¿Estás segura que no quieres volver a intentarlo una vez más? – Naruto le pregunto refiriéndose al asunto de su hogar.

Lo que sucedió lo sorprendió, por un momento la inexpresiva Ophis dejo ver un rostro triste, llego a comprender que la dragona se sentía tranquila en este lugar y a pesar de que no era su hogar, se había apegado, le pareció curioso llevarse bien con Kaguya, ser capaz de interactuar con Kuroka sin considerarla un fastidio y comprender a Shirone con el problema de tamaño, no es como si fuera algo que no pudiera solucionar con magia pero cada vez que lo pensaba se sentía mal luego de ver a la niña, por último estaba Naruto, el chico la hacía sentir diferente, no le pregunto de que podría tratarse, pues pareció comprenderlo cuando vio a las otras tres, no sabía muy que era pero si sabía que no lo quería perder, por eso siguió callada, sin saber que el chico podía sentir sus emociones.

-En realidad ya no me importa, conseguí un hogar mejor – su respuesta hizo sonreír al Uzumaki, quien solo se acercó a ella para darle un ligero toque en su frente.

-Está bien, solo lo decía por si lo extrañabas – eso pareció calmar los alterados sentimientos de la dragona, quien tenía una mano sobre su pecho mientras intentaba comprender como se sentía.

-Está latiendo bastante rápido pero es más fuerte que la alegría de la cual me explicaste antes – Ophis exclamo con voz curiosa haciendo al Uzumaki tragar al saber que era lo que sentía su cuarta amiga, eso hizo que el pecho le doliera incluso más que antes.

-Cuando vuelva de la escuela te explico ¿vale? – el solo recibir una afirmación con la cabeza fue suficiente para calmarlo un poco pero el dolor seguía presente - ¿Por qué no leés uno de los libros de historias que tenemos? Tal vez logres encontrar tu respuesta.

-Vámonos Naruto o llegaremos tarde – Kaguya exclamo con falsa irritación, cosa que le resulto divertida al peliblanco.

-Está bien, que tengan un buen día – Ophis dijo recordando una de sus lecciones de ética con Naruto.

Después de que todos se despidieran de manera animada de la dragona, ella desapareció en un brecha que creó, ya ni siquiera le importaba encontrarse a Gran Rojo, le parecía absurdo pelear con él ahora, por lo que lo ignoro mientras se dirigía a otro lugar, había creado un grupo que se había salido de sus manos, solo esperaba que de alguna manera pudiera lidiar con todos ellos, podía tener poder infinito pero no tenía la absurda cantidad de resistencia que el otro dragón.

En otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora