Capítulo 13

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*este es Hans

—Es hora de la medicina, Felipe— Ezequiel entró al cuarto, acompañado de Cujo

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—Es hora de la medicina, Felipe— Ezequiel entró al cuarto, acompañado de Cujo. Felipe seguía dormido— Oye, levántate. Es hora.

Ezequiel no tuvo de otra, y le quitó las cobijas. Ya se había acostumbrado a la desnudez de su acompañante. Además, eran las 5 a.m., y Ezequiel no había encendido la luz, por lo que la sombra hizo un buen trabajo al cubrir el cuerpo de Felipe.

—¿Hora de qué?

Felipe se talló los ojos. Su voz se oía ronca. Ezequiel le tocó la frente, al tacto, la piel de Felipe no estaba ni fría ni caliente. De todas formas, le colocó el termómetro bajo la axila.

—¿Sos mi enfermera?

—Si. Tengo un traje de enfermera, si es que querés que me lo ponga— no estaba mintiendo, de verdad tenía uno.

—¿Por qué tenés uno?— Felipe se sentó. Agarró el bóxer del canasto y se lo puso debajo de la colcha.

—Nunca apuestes con Dante— Ezequiel respondió.

Felipe abrió la boca y Ezequiel echó la pastilla en su boca, también, le dio de beber. Ezequiel preparó la inyección. Felipe tensó su cuerpo. Julián ya se había puesto boca abajo, con una nalga descubierta.

—Si hacés eso, te va a doler más. Relájate.

—Bien, pero hacelo rápido.

Ezequiel suspiró. Apretó levemente la carne y escuchó el suspiro de Felipe escapar. Enterró la jeringa, y segundos después, la sacó. Escuchó el quejido de Felipe, y un gruñido. Él maldijo a la persona que había inventado la jeringa.

—Es la última. Solo tenés que terminar el tratamiento. ¿Cómo te sentís?

—Bien, gracias. Iré a clases, no puedo perder más— Felipe dijo, agarró ropa y la toalla. Debía de aprovechar el tiempo, se sentía mucho mejor, no como una persona a punto de convertirse en zombie.

—Todavía podés dormir un poco más.

Felipe negó. Debía de ver a la profesora Oliva y pedirle una segunda oportunidad para Ezequiel. Tenía que pagar la deuda que había adquirido con él.

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La maestra Oliva lo miró y negó. Felipe le había explicado la situación. Pero, la profesora siguió negando. Felipe no se iba a dar por vencido así de fácil.

—Por favor. Fue mi culpa que él perdiera el examen.

—No es no. No insista, por favor. Tengo una clase que dar.

Felipe no se movió.

—Por favor, se lo ruego. Fue mi culpa. Dele una oportunidad a Ezequiel. No volverá a pasar, se lo prometo.

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