—¡Tiene que ser una maldita broma!
El grito se escuchó por todo el recinto escolar, ocasionando que muchos que estaban pasando por ahí, curiosos dirigieran su mirada al lugar de donde provenía el ruido.
Muchos abrieron los ojos, sorprendidos ante tal escena. Pues no todos los días se podía ver al vicepresidente del consejo escolar tomando del cuello agresivamente al presidente, que solo mantiene una mueca nerviosa en su rostro.
—Dime que es una de tus estúpidas bromitas, Dōma —siseó, en un tono de voz claramente amenazante—. Porque no me voy a cortar en matarte aquí mismo.
Que Dōma no le sonriera de forma sarcástica fue lo que más asustó a los espectadores. El asunto debía ser muy serio si la persona más despreocupada que conocían estuviera en ese estado.
—Aka-chan... —susurró el más alto, tratando de sonar calmado.— Hay gente mirándonos....
—Me importa una grandísima mierda. Más te vale solucionar esto pronto o no lo cuentas.
Dicho esto, lo soltó, cogió su bolsa de deporte y se fue de ahí ignorando a todo el mundo, como si nada hubiera pasado.
Se dirigió al gimnasio del instituto, pues sabía que a esas horas no habría nadie rondando. Era un descanso y solo los estudiantes del consejo eran los que tenían una copia de la llave para entrar.
Se cambió, tomó un balón de volleyball, lo tiró al aire, saltó, y lo remató lo más fuerte que pudo contra la pared. Repitiendo el proceso una y otra vez con el fin de desestresarse.
Cuando su cuerpo no dio a más, se sentó en suelo, disfrutando de lo frío que era comparado con él ahora mismo. Estuvo un rato así, en completo silencio, hasta que escuchó la puerta de la entrada abrirse cuidadosamente.
Dirigió su mirada ahí, encontrándose —para su sorpresa— con los rosados ojos de su pareja, que se veía preocupada.
—Koyuki, hola. —Le sonrió, genuinamente feliz de que ella estuviera ahí.
—Hakuji-san. —Hizo una pequeña reverencia, y caminó hasta sentarse a su lado— Me dijeron que seguramente estaría aquí. ¿Se encuentra bien?
—Primero, Koyuki, sabes que puedes tutearme, llevamos casi un año entero saliendo —dijo en un tono suave, recibiendo un leve asentimiento avergonzado como respuesta— Y segundo, no mucho. Siento que podría cometer un homicidio en cualquier momento.
—¿A qué se debe eso? —preguntó, sentándose a su lado—, ¿ocurrió algo con Dōma-san?
—Ocurrió mucho, ha vuelto a meter sus narices donde no lo llaman. —Chasqueó la lengua, nuevamente molesto al recordar el asunto.
—¿Te importaría decirme qué ha hecho que te pongas así?, no eres del tipo que muestra su enfado en público. —Se sentó a su lado, tomando con ambas manos una de las suyas, acariciándola levemente.
Akaza se mantuvo callado un momento, deleitándose con el tacto que ella le brindaba. Realmente se sentía afortunado por tener a una novia tan reconfortante, ella era sin duda la única mujer que se había ganado su corazón.
Apoyó su cabeza en el hombro de ella, cerrando los ojos en el proceso, buscando mimos como un niño con su madre. Koyuki le concedió el capricho, acariciando su cabeza y hombros, y este continuó hablando.
—Volvió a meterme en una cita grupal sin mi consentimiento —declaró, frunciendo el ceño—. Y no solo eso. Además, le dijo a una de las chicas con las que íbamos a salir que yo me sentía atraído por ella. ¡Y todo porque él no es lo suficiente valiente como para invitar a Kotoha a una cita individual!, por eso siempre le dice a una de sus amigas para salir en grupo.
Koyuki suspiró después de escuchar el relato. En parte, entendía que su novio se encontrará enfadado con Dōma, pues él más de una vez le había dejado en claro al chico que no estaba interesado en relaciones o salidas románticas.
Pero tampoco podían culparlo, pues el rubio no estaba al tanto de la relación de ambos, ya que ellos habían decidido mantener solo suyo en secreto porque no querían llamar la atención y ser el centro de las miradas del instituto. Ellos solo querían estar tranquilos, pero tal vez tendrían que haberles contado a sus amigos más cercanos que ellos dos eran pareja.
—Te entiendo, Hakuji-san —dijo en un tono de voz comprensivo—. Pero no solo podemos culpar a Dōma-san, pues nosotros nunca le hemos contado lo nuestro.
—Tienes razón. Pero igualmente, él no tiene ningún derecho a meterme en planes sin pedirme permiso primero. —Hizo una pequeña pausa, abriendo uno de sus ojos para mirarla— ¿Crees que deberíamos decirle?
—A él sí, al menos. Y a Rengoku-san. Ellos son tus 2 mejores amigos, merecen saberlo.
—Aún así, no me fío de que mantendrán el secreto. Ambos tienen la lengua muy suelta.
—Dales una oportunidad. Además, así seguro que Dōma-san deja de incluirte en sus citas. Puede ser retorcido, pero es bastante comprensivo con estas cosas.
Hakuji asintió, levantando su cabeza del hombro de ella y mirándola fijamente, regalándole una sonrisa leve.
—De acuerdo. Muchas gracias por ayudarme y escucharme, Koyuki.
Ella le sonrió de vuelta, y después de dejarle un pequeño beso en la frente, salió del gimnasio, dirigiéndose a su respectiva clase.
Akaza se quedó un rato más. Al fin y al cabo, él podía justificar su falta como si fuera debido al Consejo Estudiantil o temas del club. Estuvo jugando al Volleyball un poco más y después fue en busca de sus mejores amigos, para seguir el consejo de su novia y contarles lo que les había ocultado por tanto tiempo.
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Color Club: Crimson; Kimetsu no Yaiba
Fanfiction[PEDIDOS ABIERTOS] El conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene. ¿Qué es...