Capítulo 3

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        Lena observaba todo a su alrededor, había desistido de comer, puesto que su estómago estaba revuelto. Las imágenes de Vlad sin vida volvían constantemente a su cabeza y la torturaban. Buscaba con la mirada una posible salida, algún lugar por el cual escapar, pero no veía ninguno. Sabía que no sería sencillo y mucho menos lo sería estando esposada a la maldita cama. No podía evitar maldecir para sus adentros y sabía que la única manera de tener más libertad era entrar en confianza con aquella asesina que la tenía prisionera. Con suerte, le permitiría deambular por la habitación si se comportaba y esa sería su escapatoria puesto que buscaría sin descanso una salida hasta dar con ella. Continuó observando cada detalle de la habitación mientras planeaba su fuga y fue entonces cuando descubrió las pequeñas cámaras escondidas. Se sorprendió al verse expuesta ante aquella morena, era obvio que ella se encontraba en algún lugar vigilando sus movimientos. Suspiró frustrada y buscó puntos ciegos, sin éxito. Su única opción era golpear a la morena y escapar mientras ella quedaba aturdida, un buen golpe que le diera el suficiente tiempo para huir. Sonrió al imaginarse magullando a aquella mujer, en definitiva se merecía más que un simple moretón, pero se encargaría de hacerla pagar de peores maneras en cuanto lograra huir. Confiaba en que lograría escapar de allí sin mayor problema, solo necesitaba engañar a su captora y ganarse su confianza. Era pan comido para Elena Katina, claro que sí, ya que nadie se resistía a sus encantos.

       Yulia, que venía entrando a la habitación, se encontró con una pelirroja pensativa. Sus gestos le resultaron tiernos y no pudo evitar sonreír. Aun así, se acercó con cautela ya que no quería incomodarla. Se sentó en el suelo, al lado de la cama, y le habló con la mayor calma y dulzura que le fue posible.

        —Te traje un té y algo para el estómago. Supuse que lo tendrías revuelto... —dijo con la mirada clavada en el suelo.

        —Qué amable de tu parte —respondió con sarcasmo—, en especial porque es a causa tuya que me encuentro de maravilla —agregó fulminándola con la mirada.

        —No puedes estar sin comer, no es bueno —dijo animándose a mirarla.

        —¿Piensas obligarme a comer? —la miró de manera socarrona.

        —No, no pienso hacerlo —se encogió de hombros—. Solo te recomiendo hacerlo ya que no es agradable lo que sucede si estás mucho tiempo sin comer o beber.

        —Imagino que lo sabrás de maravilla —respondió retándola con la mirada—. No me sorprendería que alguien como tú se haya pasado la vida entera sin saber cuándo probaría bocado de nuevo.

        —Oye, niña sabelotodo, te informo que no sabes nada respecto a mí como para hacer tales afirmaciones —espetó molesta.

        —¿Ah, no? —rió— Dime, ¿Cuánto te pagaron por matar a mi hermano? Seguramente lo suficiente como para subsistir un tiempo más —la examinó de manera despectiva.

        —Pues estás equivocada, no fue por dinero. Fue un asunto personal y te informo que tu «hermanito» no era ningún santo, querida —respondió devolviendo el golpe bajo.

        —No te permito que hables así de Vladimir, ¡tú no tienes idea de cómo era él! —gritó furiosa.

        —Claro que la tengo, pero no puedo decir lo mismo de ti que eres su hermana —rio—. Dime, ¿sabías que tu hermano estaba en la trata de blancas?

        —¡¿Qué mierdas dices, maldita?! ¡Cierra tu puta boca!

        —No, claro que no lo sabías... Estabas en tu mundo de princesitas, ¿verdad, pecosa? —soltó una carcajada que solo logró enfurecer más a Lena—. Quizás, si te comportas, te muestre de qué estoy hablando —sonrió victoriosa.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2020 ⏰

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