Prólogo

175 7 2
                                    

        «Varios asesinatos han tenido lugar en Moscú en los últimos años pero la policía local aún no logra dar con el autor o la autora de dichos crímenes...»

        «[...] Se cree que se podría tratar de una mujer que comete asesinatos en serie puesto que en una escena del crimen hallaron un lápiz labial; por desgracia, este no contenía huellas...»

        «[...] Hasta el momento se han contabilizado cuarenta muertes en manos de esta misteriosa mujer que aterra a los hombres de Moscú...»

        «[...] Su última víctima fue un estafador conocido como Iván Shapovalov, quien contaba con treinta y cinco años a la hora de morir. El modus operandi fue el mismo de siempre, lo que nos indica...»


        —Parece que los tengo a todos atentos —dijo continuando con su zapping—. En cada canal de noticias están hablando sobre mis crímenes —sonrió— y es una lástima que no me conozcan pero, aún así, disfruto la fama. Iván se lo tenía merecido, no sé porqué hacen tanto escándalo aunque... —se detuvo unos instantes— Pensándolo bien, es lógico. No queda bien decir en televisión que el maldito bastardo se lo tenía merecido, no sería ético —rió.

        Siguió un rato más haciendo zapping entre los canales de noticias, mientras tarareaba «all eyes on me in the centre of the ring, just like a circus», hasta que se aburrió y apagó el televisor. Se levantó de su sillón y tomó la foto de Iván que tenía sobre su mesa, la observó durante unos instantes antes de hacerle una cruz con su fibrón rojo y pegarla en la pared al lado de la foto de su anterior víctima. A diferencia de lo que decían los medios, cuarenta y cuatro era el total real de sus víctimas. Los cuatro primeros simplemente habían desaparecido de la faz de la tierra en lo que ella encontraba un método de asesinato que le resultara cómodo.

        Durante unos instantes, inspeccionó en cada una de las fotos los rostros de esos bastardos que tenían bien merecida su muerte. Los cuatro primeros habían sido de práctica, eran asesinos en serie que la policía no lograba atrapar por pasarse horas delante de sus escritorios creyendo seguirles la pista. El primer crimen «oficial» para la prensa fue el de Yuri Kuznetsov, un conocido asaltante que siempre lograba quedar libre. Con él aprendió todas las técnicas de tortura que sabía. En su sed de venganza lo había tenido secuestrado durante un mes completo hasta que finalmente se aburrió y lo mató. Yuri había asesinado a sus padres y la había violado cuando apenas tenía dieciséis años. Yulia había vuelto de viaje dos días antes por un problema que le surgió a su padre y, el asaltante, al verse descubierto mató a sangre fría a sus padres y abusó de ella. Sin embargo, no pudo matarla debido a que los vecinos habían alertado a las autoridades y las sirenas hicieron que su atacante huyera al igual que ella. No creía poder soportar el dolor de pasar por todo lo que conllevaba el ser violada, el asesinato de sus progenitores y la atención mediática que recibiría debido a la fama que cobró el asunto por ser un criminal bien conocido.

        La policía nunca pudo rastrear su paradero ni el de ella, pues había logrado borrar todo registro de su existencia luego de hackear los sistemas de la policía y cualquier lugar que pudiera tener registro de la existencia de la hija de los Volkov, de la cual se desconocía el paradero. Por las vueltas de la vida, ella no tenía más familia que sus padres y no había nadie realmente que la conociera como para recordar que ella existía aunque los registros no dijeran lo mismo.

        La única persona que conocía su historia y sabía quién era realmente era su mejor amiga, Anya. Ella la había ayudado en todo lo que había podido e incluso le había conseguido esa casa abandonada que se había convertido en su escondite. Nadie nunca se acercaba a la casa porque corría el rumor de que estaba embrujada y eso facilitaba mucho las cosas para la morena que vivía ahí.

        Anya había estado a su lado desde lo sucedido con sus padres hasta unas semanas atrás cuando se suicidó luego de que un maldito bastardo la humillara ante la sociedad dejando su reputación manchada. Yulia sabía que Anya no era como ese infeliz la había descrito y sabía que de la boca de ese desgraciado solo habían salido mentiras, pero el resto no y prefirieron juzgar a su castaña amiga en lugar de averiguar la verdad. Anya no había logrado soportar tal castigo y, por más que intentó ayudarla a salir, ella finalmente no resistió y acabó con su vida.

        —Mañana es tu día, maldito —sonrió de manera cínica mientras observaba la foto de su próxima víctima—. Al fin pagarás por lo que le hiciste...

Kill Em With Kindness (t.A.T.u) --> PróximamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora