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— Ya no puedo soportar esto —dijo Wyatt con evidente tristeza.
— Ya es suficiente, debes detener esa actitud tan absurda.
— ¿Absurda? —preguntó—. Estoy hablando con mucha seriedad ahora mismo. Yo realmente... ya no puedo.
— Pues tienes que poder; maldición, Wyatt, somos todo lo que él tiene, sus mejores amigos.
— Finn no nos recuerda. Tiene amnesia, Sophia ¡amnesia! —como si ella no lo supiera—. Llevamos meses así. Incluso los doctores nos dijeron que deberíamos rendirnos.
— ¿Y eso es lo que quieres que hagamos? —lo retó Jaeden—. ¿Que realmente nos demos por vencidos? ¿Que lo olvidemos también y lo dejemos pasar? El hecho de que Finn no pueda recordarnos no significa que debamos hacer lo mismo, nosotros no tenemos amnesia, y él es nuestro amigo.
— Él no nos recuerda —murmuró bajito Jeremy—. Para él somos unos desconocidos que constantemente han intentado invadir su espacio.
— Creo que lo que menos debemos hacer ahora es perder la fe —intervino Chosen—. Mañana entraremos a la preparatoria, y vamos a verlo de nuevo.
— ¡Gracias! ¡De esto estoy hablando! —expresó Sophia, satisfecha en que alguien entendiera su idea—. Es una nueva oportunidad para acercarnos de nuevo a él. Pasamos muchas cosas juntos, cosas especiales que de alguna manera deben estar en su mente, sólo que muy escondidas. Finn también está sufriendo, y necesita de sus amigos para recuperar su esencia, ¿no lo creen? —ellos asintieron, algunos menos convencidos que otros—. ¿No lo crees, Jack?
Sophia se giró hacia donde el chico estaba sentado, un poco alejado del resto, mirando al vacío. Una profunda tristeza oprimió su pecho al instante ante la imagen tan deplorable que su castaño amigo tenía.
Era obvio que Jack llevaba mucho tiempo sin dormir ni comer de manera correcta, como un claro indicio de la recaída en su depresión. Lillis se atrevía a decir que incluso que su padecimiento había empeorado, aunque todos los chicos habían puesto lo mejor de sí mismos para intentar animarlo y ser su soporte.
No lo habían logrado, claro estaba. Todos ellos sabían que Finn había marcado un antes y un después en la vida de Jack. Conocían su historia de manera bastante superficial, pero clara: un padre muerto y una madre drogadicta que había causado un terrible e irremediable daño físico y psicológico en el hijo que sólo quería, constante y desesperadamente, recibir su amor y aprobación. Por si fuera poco, ahora también se culpaba por el accidente que le había arrebatado la memoria a su amado novio.
Con una sonrisa triste, Sophia siguió llamándolo con la intención de regresarlo a la realidad y sacarlo de su martirio; al salir de su trance, Jack se concentró en la figura de la amiga que tan insistentemente le hablaba, topándose al mismo tiempo la mirada atenta que el resto de sus amigos le daban. Sentía que todos ellos esperaban una respuesta que no podía darles, puesto que había dejado de seguir el hilo de la plática mucho tiempo atrás.
