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En la preparatoria Belmont había una multitud de estudiantes ingresando debido al regreso a clases, dirigiéndose a lo que muchos consideraban su nuevo infierno. Unos caminaban tranquilos, otros con prisa, y el resto... desganados.
De entre todos ellos, había una chica pelirroja que resaltaba por la inusual emoción de estar en la escuela de nuevo caminando en compañía de sus amigos.
— Y aquí estamos —sonrió abrazando animadamente a Wyatt, quien la imitó aún sin sentirse la mitad de emocionado que ella, sólo porque él siempre correspondía sus abrazos—. La preparatoria. Nuevos comienzos, nuevas oportunidades--
— Nuevos maestros que me obligarán a cortarme el cabello, nuevas tareas, nuevo sufrimiento —interrumpió su amigo.
— No seas melodramático, Wy —pidió sin borrar su buen humor.
— Yo creo que nos va a ir bien —comentó con simpleza Jaeden.
— Sí, la gente nos quiere —apoyó optimista Chosen.
— Nos querían —corrigió Jeremy—. La mayoría de estas personas no nos conoce; aquí empezamos de cero y con el paso del tiempo habremos de determinar si ellos van a querernos como en la secundaria o si nos convertiremos en marginados -se afligió Jeremy, recordando que antes de aquellos chicos él no había tenido amigos, y el bullying lo había acompañado mucho tiempo-. Ser marginado no es lindo.
— Es la convicción de tus actos la que determina tu éxito... —citó la chica para él.
— "No el número de tus seguidores", bien, ya entendí. Me parece una falta de respeto que uses las frases de mi saga favorita para sermonearme.
— ¿Y saben cuál es la mejor parte de estar aquí? —preguntó ignorando la queja del chico.
A cambio, se acercó feliz a Jack, quien contrario a ella llevaba un rostro deprimido y ojeroso en aquél inicio de clases; no había dormido bien la noche anterior, al igual que muchas otras. Sophia lo abrazó por un lado, y por el otro acercó a Wyatt.
— Que volveremos a ver a Finn —respondieron todos menos Sophia y Jack.
— Muy bien —felicitó la pelirroja—. Veremos a nuestro amigo, lo saludaremos, y como vendrá solo le ofreceremos ser parte del grupo de nuevo y así poco a poco irá recordándonos. Ahora sólo hay que esperar qu--
— Tienes que estarme jodiendo —la interrumpió icrédulo Jaeden, viendo fijamente un lugar entre la multitud.
El resto del grupo giró sus rostros para poder mirar lo que tenía tan ensimismado a su amigo, y lo que vieron les cayó como un balde de agua fría, logrando que a todos, incluyendo a Sophia, los ánimos y expectativas desaparecieran a la velocidad de la luz.
