Pesadilla

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Noche calmada, las estrellas brillaban cuatro de los cinco integrantes de la casa dormían plácidamente.
El Japonés se encontraba pataleando en su cama, con un leve sudor en la frente.
Corria, corría como nunca había corrido, chocando con personas que Corian en la dirección opuesta a el.
Su preocupación aumentaba cada ves más buscando con la mirada a su padre, sin encontrarlo entre la multitud que corría despavorida por la reciente bomba que había caido, se encontraba a las afueras de Hiroshima, oía las sirenas de la policía y de las ambulancias.

- パパ! - Grito desesperado, mirando hacia todos lados, tenía miedo ¿donde estaba su padre?¿Porque no respondía?¿Que se supone que estaba pasando?

Veía a la gente correr, llorar, algunos solo caminaban heridos con la vista pérdida como si no les importará el caos alrededor.
Veía gente tirada en el suelo herida y otras posiblemente muertas.

Mientras Japón avanzaba la gente iba disminuyendo y ya no era gente corriendo hacia la dirección contraria a la cual el se dirigía, no, ahora eran cadáveres en el suelo, había una niebla leve que parecía tener un color verde, obviamente tóxico, pero parecía no haber problemas para Japón el cual caminaba lentamente buscando a su padre, a pesar de estar en el lugar en el que estaba, mantenía la esperanza de encontrar a su padre.

Camino, camino, camino, atravesando la niebla, empezaba a tener problemas para respirar y la preocupación aumentaba.
Aceleró el paso, la niebla comenzaba a ser más verde ya sin dejar ver qué hay más adelante.
Comenzó a correr, sintió como empezaba a quedarse sin aire, ya no le bastaba respirar por la nariz como cualquier persona lo haría, no, no, no, empezaba a hiperventilar, abriendo la boca tomando bocanadas de aire que no le servían de casi nada. Continuo con su camino, cayendo de rodillas a los pocos metros.

Jadeante y arrodillado se abrazo a si mismo, intentando calmarse y recuperar una respiración normal, no funcionó del todo, pero había calmado un poco sus nervios.

En eso, escucho los ecos de pasos, se acercaban lenta y tranquilamente, como si no hubiera explotado una bomba hace unas horas.

Elevó la cabeza y observo hacía todas las direcciones posibles, no veía nada.
Tortuosos segundos pasaron, su respiración se agitó de manera repentina, bajo la cabeza, se sentía intimidado, indefenso.
Los pasos se acercaron más hasta llegar y detenerse frente a Japon, este agitado miro hacia arriba, viendo al fin la razón de su preocupación, su padre parado ahí, como si nada, con una de sus katanas en mano.

-  お父さん...- Pequeñas lágrimas de felicidad salieron de sus ojos.
El mayor, con una expresión sería, se arrodilló a la altura de su hijo dándole un abrazo.
- お父さん、私は本当にあなたがいなくて寂しいです、私-私 - Dijo el Japones aferrándose a su padre, pero fue interrumpido por este mismo.
-私はすでにそでを知ってす...-
El abrazo se mantuvo por unos segundos.
Pero una katana atravesó a Japón, este miro aterrorizado a su progenitor, el cual se separaba lentamente aún con la katana que atravesaba a Japón.
- Eres débil Japón - El Imperio Japonés miro con frialdad a su hijo, hundiendo más la katana en el pecho de el más joven, este soltó un grito desgarrador - Te falta odio - Saco lentamente la katana del pecho de Japón, torturando lo un poco más.
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Japón se despertó alterado, sentándose y respirando agitadamente.
Tomo la botella de agua que tenía en su mesita de luz bebiendo un poco.
Ya estando más calmado se levantó con pereza y se sentó en su escritorio, mirando su computadora, no sabía qué hora era, no le importaba el frío, solo quería olvidar el sueño que tubo.

5 paises, 5 pelotudosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora