Noche oscura, 04:17 a.m, cigarro en la mano derecha.
La tristeza me come viva. Los recuerdos pasan como vídeos musicales en mi cabeza. Sin canción. Mudos. Sólo rápidos.
Las lágrimas caen como gotas de lluvia de un 20 de Julio. Sinceras.
Mi boca no sabe qué extrañar, si tus labios o el dulce tacto de tu piel.
Mis ojos ya no saben que quieren ver, si la unión de nuestras manos, o si tus ojos dedicándome la más deliciosa canción. Directa, honesta.
Los días pasan lentos. Fríos. Intentando olvidar las mil promesas que mis oídos escucharon. Intentando.
Empieza la lluvia. 04:31 a.m. El cielo llora conmigo, me acompaña con su ritmo doloroso, consolándome.
Aún te puedo ver como el ángel que un día creí que sería mío. Protector.
Los recuerdos duelen, pero ya no tanto.
Las lágrimas decidieron refugiarse, ya no quieren salir.
El mentolado cigarro decidió morir.
Mi mente quiero descansar, pero prefiere admirar la lluvia silenciosa.
Mis manos te quieren, yo te quiero.