Capítulo 1 - Por los nuevos comienzos

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Abro los ojos y despierto como toda una princesa.

...

En el suelo con todas las sábanas encima de mí. ¿Lindo, no?

Me levanto con la poca dignidad que me queda, aunque nadie me vio, y me dirijo al baño a tomar una ducha.

Hoy se cumplen dos semanas desde que salí del hospital. Mis padres dijeron que ese día, el del accidente, me fuí de casa en mi auto para hacer unas compras y de regreso un auto impactó con el mio y tuve un fuerte golpe en la cabeza y que por eso no puedo recordar las cosas con claridad. Eso me gano por conducir a los dieciséis. Aunque en estas dos semanas mis amigos y mis padres me han ayudado con algunas cosas. Me muestran fotos y he reconocido la mayoría así que vuelvo con la rutina de siempre o eso creo.

Abro la puerta del baño dispuesta a salir y cambiarme para ir al instituto. Si. No tienen consideración por una chica que recientemente tuvo un accidente. Deberían darme unas vacaciones de.. No lo sé. Unos seis meses... Dos veces al año. Pero no. De nuevo a la cárcel. Agradezco haber anotado la combinación de mi casillero en el espejo de mi habitación.

Busco mi ropa en el armario y doy un sonoro estornudo. Fue tan delicado. Nótese el sarcasmo.

Y de repente recibo una llamada de un numero desconocido. Contesté.

-¡Salud!

Y luego colgó.

Momento ¿Qué rayos acaba de pasar?

Quede en un colapso mental porque no sabia si hacerme bolita o devolver la llamada y decir gracias.

Oh, no. Lo menos que quiero ahora es que venga alguien y me secuestre.

¿Quién va a querer que lo secuestren, genia?

Bueno, por lo menos mi secuestrador sabe de modales. No como tú, pinche conciencia.

Tu, cállate.

Si, suelo hablar conmigo misma. Me caigo muy bien. Bitch please, I'm fabulous. Aunque a veces me dan ganas de golpear a esa vocecita que se hace llamar mi conciencia. Pff, ¿Quién se cree? ¿Una pizza gigante de peperoni? Pos no. Luego recuerdo que si la golpeo me estaría golpeando a mí misma y se me pasa.

Escuché como se cerraba la puerta de mi habitación y luego escuché varios pasos.

Asustada. Me dirigí al baño. Cerré la puerta y busqué algo con qué defenderme. Aunque no tuve mucha suerte ya que lo único que encontré fue un cepillo de dientes, papel, crema dental. Éxito.

Oh, un secador de pelo, tal vez eso funcione mejor que echarle pasta dental en los ojos a mi secuestrador y salir corriendo en toalla por la calle como una demente con problemas mentales. O envolver a mi atacante con papel y salir corriendo. O golpearlo con mi cepillo de dientes hasta que se desangre y muera. Okey eso no pasará, pero en cualquiera de los casos saldré corriendo como alma que lleva el diablo con una diminuta toalla.

Así que me puse en posición de ataque y abrí la puerta silenciosamente. Salgo y apunto a los lados y no veo a nadie. Así que bajo el secador más tranquila.

-¡Buenos días, solecito! -canturreó alguien en mi oído, era hombre, su voz era gruesa, debo admitir que daba miedo. Aún asi me volteé con los ojos cerrados y apunté a quien sea que me haya hablado. Apreté el botón, pero no prendió.

Oh no, ¿Por qué rayos no prende esta cosa del demonio?

Tal vez sea porque no esta conectada, genia. ¿A quien se le ocurre usar un secador como defensa personal y nisiquiera se toma la molestia de conectarlo? Oh si, tú.

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