❪ PRÓLOGO ❫

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Todo pasó un día, en el cuál me encontraba tranquilamente relajada y trapeándo el piso con la mopa del coleto al ritmo de la música pegajosa que se escuchaba en ese momento a todo volumen.

¡Dale a tu cuerpo alegría Macarena! ¡Heyyyy! ¡Macare-.!

¿¡Qué mierda se supone que haces!?

La música que antes estaba a un volumen alto, ahora se había ido dejando en está expuesta la voz de mi querida prima.

Volteo hacia atrás e inmediatamente le doy una mala cara.

¡Estoy limpiando! ¿Acaso no ves? —respondo con molestia, y a zancadas voy hacia el sonido para subirle volumen. Pero a tan solo tocar el botón para que la musica corriera, ella le da al de pausa nuevamente. Gruñí.—¿Que rayos te pasa?

¿Qué me pasa? ¿¡Qué me pasa!? —asentí para que continuara con su drama. —¡Me despertaste! ¡Eso me pasa!

Rodé los ojos.

¡Oh, no! ¡Ni te atrevas a mirarme así!

¿O si no que? —la reté, cruzándome de brazos.

¡O si no-..!

Llegué. —la voz de mi tía entrando a casa, hizo eco en todo el lugar. Haciendo que Laila se callara. —¿Qué son esas caras largas?

Nada mami. —respondí con una sonrisa cerrada de labios, y corrí a abrazarla. Esta me recibió en sus brazos y yo volteé a ver a Laila mientras sacaba mi lengua como una niña pequeña.

Estaba acostumbrada a llamar a todas mis tías 'mami'. No era nada nuevo.

¿Limpiaron? —preguntó después de que me hube despegado del abrazo. Yo hice un puchero.

Laila estaba postrada en la cama como una ballena y yo sola tuve que limpiar. —respondí señalando a la susodicha.

¿Me estás diciendo vaga? —se había ofendido.

—Es lo que eres.—sonreí orgullosa de mis palabras. Pronto pude ver como su rostro se ponía rojo por la molestia acumulada.

—¡Mamá! ¡Dile algo! —protestó Laila.

La tía solo volteó a verla, y hizo un ademán con su mano restándole importancia para luego dirigirse a la cocina. Yo reí por su acción.

Eso es traición. —habló indignada.

Sí, sí, como sea.—se oyó desde la cocina.

Te odio.—murmuró Laila hacia mi.

Yo también te amo.—le contesté de vuelta.

Solo me dirigió una última mirada para ir con la tía hacia el comedor. Suspiré al ver que aún me faltaba trabajo por hacer en la sala, así que puse manos a la obra y empecé nuevamente a pasar coleto al piso. Estaba tranquila en mis pensamientos cuando la voz de Laila me saco de ello.

Hay que ver que si es dramática.

¡No puedes hacer esto! —rodé los ojos perdiendo la cuenta de cuantas veces lo he hecho este día. Hasta podría contar con mis dedos y no sería suficiente.— En mi apartamento no.

Avancé tal cual como la pantera rosa como si fuera a escucharlas en plan secreto –aunque prácticamente es eso lo que estaba haciendo–. Aunque no sería secreto si Laila gritara todo a los cuatro vientos.

[2] ICEBERG ━ bryce whitingale ✗ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora