Kim Kristal tenía una personalidad que enamoraba a cualquiera y podía caerle bien a toda persona. Alegre, divertida, honesta, respetuosa y cálida. Pero.... No todo es perfecto.
Cualquiera que la viera a simple vista, pensaría que siempre tuvo una vida feliz, padres amorosos, de esos que te levantaban con el desayuno o iban de fin de semana largo a un picnic, cuando es todo lo contrario.
La madre de Kim había fallecido en un accidente automovilístico provocado por su progenitor. Sus padres esa noche habían discutido mucho más fuerte que de costumbre, para entonces Kristal tenía siete años de edad, se encontraba en su habitación jugando con sus muñecas sobre la alfombra, siendo ajena a lo que pasaba en la planta baja de su casa.
Los gritos comenzaron a acercarse a la habitación de la pequeña Kim, la puerta se abrió con rapidez y su madre entró por esta, tomó una mochila de su pequeña hija con dibujos de aves y guardo ropa suficiente en esta. Luego colocó una campera roja en el cuerpo de la pequeña y la levantó en sus brazos.
Kristal tapó sus oídos con sus pequeñas manos queriendo evitar escuchar los gritos de sus padres, pronto salieron de la casa y su madre la sentó en el asiento trasero del auto.
Condujo por las grises calles de la ciudad, había algo de tensión en el aire, pero no tanta como antes. Hasta que un golpe en el parachoques fue dado con fuerza, haciendo que Kristal comenzará a sentir sus ojos aguados.
Su madre al reconocer el auto que golpeó el suyo, pisó un poco más fuerte el acelerador para alejarse lo más posible de aquel vehículo y de quién lo manejaba. Aunque fue totalmente en vano hacerlo, el auto blanco comenzó a rodar por la calle, varias partes de este quedaban en el camino con el fuerte chocar en el suelo.
Finalmente el auto dejo de rodar al ser detenido por en poste. La pequeña Kristal abrió sus ojos lentamente, el dolor de cabeza la hizo llorar y el pitido agudo que tenía en sus oídos la desesperaba en demasía y la vista borrosa en ese momento tampoco lo ayudaba. El auto estaba de cabeza y totalmente destrozado, un hombre se acercó y le habló diciéndole que no se preocupara que la sacarían de ahí.
Kim busco con la mirada borrosa a su mamá, pero no la encontró, haciendo que la pequeña parte de ella que estaba consciente se empezará a asustar. El hombre que le había hablado anteriormente, la ayudó a salir junto con unos policías, la pusieron en una camilla con un extremo cuidado por si tenía algún golpe o sangrado interno y la llevaron a la ambulancia.
En el corto trayecto al vehículo de emergencia siguió buscando con la mirada a su madre, y al encontrarla, se arrepintió al instante.
El cinturón de seguridad se había cortado en algún momento en el que el coche comenzó a girar, al no haber nada que impida su salida, su madre había atravesado el parabrisas haciendo volar su cuerpo varios metros del accidente y causando una muerte instantánea.
Estuvo unos días en el hospital, sin poder olvidar la imagen tan desgarradora de su madre envuelta en un charco de sangre, hasta que mejoro su estado y su padre fue a buscarla llevándola con él una vez le dieron el alta.
Ella no se quería ir con su padre, le daba mucho miedo. Y lamentablemente para ella nadie podía culpar a su progenitor del accidente, pues tan rápido como logro su cometido se dio a la fuga. Y el volver a su casa, sólo fue el comienzo de una pesadilla peor.
Unos años después, Kristal ya tenía trece años de edad, se había encerrado en su cuarto con seguro y tapado sus oídos con una almohada para no escuchar lo que pasaba en la sala.
Su padre había traído de nuevo a una mujer, ambos estaban ebrios, y como todas las veces que su padre traía a estas desconocidas, estaban teniendo relaciones en el sofá del living. La preadolescente había perdido su inocencia unas semanas después de volver con su padre luego de aquella fatídica noche.
Kristal ya estaba acostumbrada a todo eso, el olor a alcohol, cigarrillos, las mujeres desconocidas con maquillaje excesivo en sus rostros, los gemidos que se escuchaban en la planta baja, ya se acostumbró al desastre que quedaba luego de que su padre llegará borracho.
Cuando su padre dormía completamente ebrio, Kristal tomaba un poco de dinero para comprar la cena o para comprar algo de ropa, aunque en esa etapa de su vida tenía que conseguir lo necesario cuando se presentaba el período, sólo tomaba lo suficiente y necesario.
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—¡Eres una puta!— Escupió aquel hombre de cabello canoso apuntando con su dedo índice a la peligris. Quién bufo con extremo fastidio.
—¿Yo soy la puta? ¿Y tu que eres entonces? Trayendo una mujer distinta todas las malditas noches.— Contraatacó Kristal furiosa observando al mayor.
Ahora Kristal tenía dieciocho años, en unas horas tenía que ir al instituto para cursar su último año, por decisión propia se cambió de institución, estaba preparándose el desayuno cuando su padre bajo las escaleras gritándole, comenzando una discusión fuerte. Cómo ya era costumbre desde que cumplió quince años.
La peligris sabía que su padre odiaba que le dijeran sus verdades, pero a ella ya no le importaba nada, se pasaba por el culo lo que a su padre le molestaba, era mayor de edad oficialmente, ya no se acobardaba por nada ni mucho menos alguien. Sin importar que ese fuera su padre.
—¡Yo haré eso! Pero no puedo evitar sospechar que tu también andas detrás de varios hombres cuando sales todos los días desde que eres mayor.— El hombre estaba rojo del enojo, no se dejaría vencer por alguien que se creía importante sólo por ser mayor. Según lo que el pensaba.
—Salgo a buscar empleo, por que tu te gastas todo el dinero en alcohol y en putas.— Las venas del cuello de Kristal se notaban bastante.
—Es mi dinero y hago lo que quiera con él, yo no mantendré a una insolente.— El hombre estaba perdiendo el control poco a poco.
—Pues yo no mantendré a un asesino.— El padre de Kim se sorprendió ante lo que había dicho su hija. La chica lo miro con el rencor desbordando por todos los poros de su rostro. —Me arruinaste la vida desde que mamá murió, mejor dicho desde que la mataste, pero yo no voy a hacer lo mismo contigo. Dejaré que te hundas tú solo en tu miseria. Es momento de hacer mi vida.— Le dio la espalda a su padre para dirigirse a la cocina, pero se detuvo a mitad de camino.
—Y tu arruinaste mi vida con tan solo saber que estabas en el vientre de tu madre.— Esas palabras lastimaron su corazón aún más de lo que hubiera creído. Pero si de algo sirvió el convivir con él es a no mostrar emociones, ser un piedra, dura y difícil de mover.
—¿Entonces porque no te fuiste?— Miro por sobre su hombro con ojos sin expresión alguna a su padre. Este solo trato de sostener la mirada.
—Mi madre no necesitaba de un hombre que la cuidara, ella sabía exactamente como cuidarse sola. Pero luego recuerdo, que querías quedar como un hombre respetable, por lo tanto obligaste a mi mamá a casarse contigo a través de amenazas de matarme a mi y a mi tía, lo único que te importaba era hacerte ver cómo el ejemplo cuando lo que querías mantener tu asquerosa polla dentro de un hoyo, aún asi lastimaras a mí madre en el proceso. — Su padre abrió la boca para gritarle algo pero ella lo interrumpió levantando se mano a la altura de su rostro. —¿Y así te haces llamar "hombre respetable"? Para mi no eres más que una basura, algo que desecharon. Y tranquilo podrás seguir cogiendo con tranquilidad en un tiempo. Porque en cuanto ahorre el suficiente dinero, me largo de esta casa. Y de ahí, te deseo la mejor de las suertes.— Sin decir más ni esperar respuesta, subió las escaleras en busca de su mochila, terminó su desayuno y se fue de allí dejando al hombre con canas sentado en el sillón mirando a la nada.
Mucho había sufrido, desde que comenzó a caminar hasta ese momento, ya no soportaría más y antes de tener el mismo terrible destino que su madre prefería irse y comenzar su nueva vida lejos de quienes la querían tener amarrada a sus patéticas vidas.
Espero les guste. ~❤
Nos leemos. ~❤
