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Me vestí con el uniforme que correspondía para las clases, no lo odiaba, era lindo, con tonos que al menos hacían una buena combinación.

Terminaba de arreglarme mientras daba vueltas por toda la habitación, el suelo crujía demasiado, no podía esperar más, era precisamente una casa antigua construida poco después de la segunda guerra mundial y mamá no tenía el suficiente dinero para remodelarla.

Salí de mi habitación dirigiéndome a la cocina, ya estaba todo servido en la mesa.

Miraba con bastante apetito mi plato de blinis con crema agria.

Agarré el cubierto para poder empezar a comer, pero mi plato se movió hacia la izquierda.

miré a mi hermana que estaba concentrada en mi comida.

-¡Mamá! -ella dio la vuelta.

Observó a Catarina, su expresión era de cansancio, no era la primera vez que lo intentaba.

-No puedes usar tu poderes para quitarle el desayuno a tu hermano -da un pequeño golpe a la mesa.

Catarina parece ignorarla y sigue intentando.

-¡Tienes kasha! -grité, apuntando su comida.

-¡Yo quiero blinis -me responde e intenta golpearme.

Agarro su brazo con mucha fuerza y envió energía, ella se queda quieta.

Cuando veo que su brazo se está enrojeciendo.

-¡Mamá! -soba su brazo-. ¡Magnus me electrocutó!

Miro a mamá y veo como sólo mueve su cabeza, un rayo de color gris e impacta contra Catarina.

-¿Un campo de fuerza? -Catarina se mueve-. ¿En serio, mamá?

-Aprende a ser mejor con tu hermano.

-Sí, sí, ser mejor con mi hermanito, el raro... -murmura.

Raro.

La palabra que más odiaba.

Decidí ignorarle y empecé a comer mi desayuno, escuché los golpes de Catarina que rebotaban contra el campo de fuerza.

Di la vuelta a la izquierda y pude ver como usaba la mayoría de poder para poder salir, pero no lo lograba, mamá era más poderosa que ella.

Vi de casualidad el reloj de la pared.

-Se hace tarde, ya me tengo que ir -me levanté.

Di un trago al café y dejé lo que ensucié en el lavaplatos.

Mamá destruye el campo de fuerza.

-Ten un buen día, raro -escucho por parte de Catarina mientras estoy de espalda.

-Madura, Catarina -recogí mis cosas que siempre dejaba a un lado de una encimera.

Caminé por el pasillo que conectaba con la puerta principal

Sentí una fuerza destrás mío antes de caer completamente al suelo.

-¡Catarina! -grito fuertemente levantándome.

Escucho su risa de malvada.

Abro la puerta y el viento impacta en mi cara.

Amaba el invierno ruso, la nieve era lo mejor, caminar entre ella, jugar y muchas cosas más, no entendía porque había que lo odiaba.

Pude ver el edificio de tres pisos, bastante gente al alrededor, profesores, alumnos, padres, de todo.

Cuando entro todos se quedan quietos, como todos los días desde el incidente con el pupitre.

Brujo | MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora