uno.

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Septiembre, 2015.

Intranquilo.
Esa es la palabra perfecta para expresar cómo se siente Akaashi mientras entra a la universidad.

No lo malentiendan. Le gusta la universidad, le gusta la carrera que está estudiando, después de todo él la escogió. El problema es, toda la gente a su alrededor y no, tampoco es que odie a todo el mundo, odia los hilos que viajan por todos lados. Lo alteran, lo distraen y molestan los hilos de colores a su alrededor.

Tenía seis años cuando encontró el cuaderno principal de su abuelo y éste le contó sobre el "don" que tenía su familia. Al principio se rió y no le creyó del todo a su explicación, después de todo, incluso con tan corta edad, era algo que se le hacía algo imposible de creer.
Fue cuando comenzó a verlos, un par de semanas después de aquel suceso, que se dio cuenta que su abuelo decía la verdad. Tardó un par de meses en aprender a diferenciar los colores de cada hilo, a pesar de que,a grandes rasgos, significaran que estás conectado a alguien, cada uno significaba algo distinto. Los verdes, los más comunes, tienen el nombre de Almas gemelas, estas son almas que están destinadas a encontrarse sin importar si hay o no amor romántico de por medio. Los rojos son los que conectan a las parejas, se denominan Llamas gemelas y una vez que encuentras a esta persona, muy difícilmente puedes llegar a olvidarla, es algo que no les llega a todos, sin embargo no siempre es algo necesario en la vida de esa persona. Y por último, pero no menos importante, están los Rayos gemelos. Incluso para su abuelo, que ha estado mucho tiempo investigando, le fue muy difícil encontrar información que explique sobre estas almas conectadas. Lo poco que el pelinegro sabe, es que prácticamente es una posibilidad entre un millón encontrar a tu rayo gemelo. Pero incluso con escasa información, él sabe perfectamente que la intensidad entre esa conexión, es algo increíble.

El tener que aprender todo eso de memoria, saber reconocer cuando el lazo está fuerte o débil e incluso, tener que ir y dar un pequeño empujón a las parejas, lo tenía completamente cansado. Para él, no era un don lo que tenía, era un trabajo agotador tanto física como mentalmente, y ya no quería tener nada más que ver al respecto. Quería unas largas vacaciones lejos de cualquier persona que pudiera traerle problemas.

Al momento de llegar al aula, se apresura a sentarse junto a uno de los pocos chicos del lugar con el que ha podido entablar una conexión.
El joven hace una expresión extraña, pero Akaashi sabe que en realidad, trató de sonreírle, por lo que rápidamente se acomoda junto a él.

Mucha gente se pregunta cómo es posible que ellos sean tan cercanos desde que entraron a la universidad, después de todo, uno atraía la atención de la mayoría de la clase mientras que el otro parecía tener una personalidad muy seria. Lo que nadie sabe, exceptuando a Keiji claramente, es que Kozume Kenma es alguien a quien se le dificulta demasiado entablar cualquier tipo de relación con quien sea.

Kenma es un joven que entró en la universidad al mismo tiempo que Keiji y fue gracias a un pequeño error de uno de sus profesores que ellos pudieron hablarse. Al principio fue incómodo, pero luego de un tiempo su confianza fue aumentando hasta sentirse realmente cómodos el uno con el otro.

A Keiji lo que más lo impactó cuando se conocieron, no fue lo bien que a Kenma le queda el cabello largo y rubio. Tampoco sus rasgos un tanto finos y mucho menos lo tranquila y profunda que es su voz al hablar.
Al pelinegro lo dejó en estado de shock ver el hilo que se unía a su dedo meñique.

Su clase pasa muy lenta para el gusto de todos los alumnos. Akaashi apenas si puede prestar atención, algo lo distrae demasiado.
El final llega y es Kenma quien lo saca arrastras. — Vamos, Keiji. No quiero seguir aquí.

— Se nota. — Rió levemente mientras se soltaba del agarre del rubio.  — Pero la próxima vez, intenta fijarte si traigo conmigo mi mochila. — Kenma hizo una mueca, soltando un leve "ups" — Voy a buscarla, si quieres tú adelántate.

Aunque realmente no estaban muy lejos, volvió al aula trotando, esperando que nadie se la haya llevado.
Al entrar se le hace extraño ver a dos personas agachadas, dos chicos, uno de ellos metido debajo de una mesa y el otro parecía tratar de sacar al otro.
Keiji simplemente los ignoró y se acercó a tomar su mochila que estaba intacta, por suerte.

— Vamos, Kōtarō. No puedes esconderte en cualquier lugar solo porque estás triste, ¡Ni siquiera estudiamos aquí!

— No me importa. Vete y déjame solo.

Akaashi quería reírse, era la primera vez que estaba en una situación así, pero parecía que el pelinegro estaba muy acostumbrado a la actitud del otro chico. Incluso para un extraño como él, daban la impresión de tener un intenso y concreto lazo de amistad entre ellos.

— Oye Keiji, ¿ya la encontraste? — Preguntó Kenma sin despegar la mirada de su celular.

El pelinegro cruzó la mirada con Akaashi un segundo, en sus ojos se podía ver asombro y confusión, como si no se hubiera dado cuenta de que había una tercera persona en el salón. Luego giró la cabeza y sonrió al ver a Kenma. — Hey, Kenma. — Dijo, sacando al rubio de su pequeño mundo.

Keiji iba a preguntar si se conocían pero, antes de siquiera poder abrir la boca, algo captó su atención.
No estaban tan lejos, tal vez a unos cinco pasos de distancia, pero Akaashi fue capaz de ver como, con una extraña lentitud, el hilo de kenma se tensara y comenzase a agrandarse, creando una pequeña cuerda entre él y el pelinegro frente a él.

Ahora, ya sabía quién era el alma gemela de Kenma pero, ¿por qué veía al hilo cambiar de verde a rojo sin parar?

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⏰ Última actualización: Oct 02, 2020 ⏰

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