Es curioso como las mariposas del estómago, esa sensación que te hace revolotear, me hundan profundamente. Siento como si mi corazón en vez de estar formado por tejidos, fuese de papel envejecido que se parte en pequeños trocitos, que en vez de volar con el soplo del viento, caen toscamente hacia el negro vacío. Cambio la sangre de mis venas por infinita amargura y estas en vez de ser de un rojo alegre, se vuelven grises y simples, sin nada que recuerde a la vida que fluía por ellas. Tengo una anómala concepción del amor, en vez de hacerme levitar de ilusión, me hace introducirme en un hoyo decadente y frustrante. Un celo insano crece en mi interior, dolido al no tener correspondencia; la desilusión y oscuridad me invaden añadiendo un ambiente tétrico al día a día. Agonizo en el olvido de lo perdido sin ilusionarme por la alegría de lo conseguido. La tristeza me atrapa y cubre mis ojos con un velo opaco, sumando un peso insoportable a cada parpadeo. Perdido me hallo en una carretera sin rumbo, sin ningún foco que aporte una pizca de luz sobre el camino atestado de humo gris denso. Sigo caminando sin indicaciones hacia el sufrimiento que es mi sentimiento por ella, pues soy un hombre errante en esta vida.