¿Nunca habéis tenido la terrible certeza de no sentir nada? Ese simple hecho de no tener emoción alguna por la vida. Levantarte y mirar por la ventana sin que te importe el clima que haya porque simplemente lo haces por rutina. Acudir a clase y hablar con las mismas personas solo por tener el hábito de hacerlo. Comer y dormir porque no conoces otra manera de pasar el tiempo.
Descubrir un día al levantarte que existes pero no vives.
No importa que haya sol o que el cielo esté cubierto porque todo es del mismo color: gris. Un gris demasiado simple, sin matices. Una existencia en la que la monotonía es tu mayor rival y tu fiel compañera. La monotonía, un velo que cubre los ojos del alma dejando mirar a través de ella, pero nunca ver. Una nulidad que te impide reaccionar ante estímulos exteriores a tus pensamientos. Una necesidad imperiosa y salvaje de descubrir cosas nuevas, de experimentar prohibiciones surge de lo más profundo del Deseo.
Nada.
Una anodina nada.
La ausencia de interés predomina en mi existencia, durmiéndome en esperanzas cada vez más insostenibles.