Genio, millonario, playboy, filántropo... y partero.

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CAPITULO
UNO

Podía decirse que Tony Stark era el hombre más brillante de su generación -podía decirse- aunque habían otros tipos en la contienda, el único Stark sobre la faz de la tierra elegía ignorarlo y autoproclamarse el mejor. 

Estaba ampliamente preparado para cualquier problema; construyó un reactor de una pila de basura, creó un nuevo elemento, aprendió física cuántica en una noche, creó la mejor arma jamás inventada y por si fuera poco privatizó la paz mundial (por poco tiempo, pero lo logró)

Para lo que nunca estuvo preparado, fue para tener a Romanoff frente a él... con las piernas abiertas y muy cerca de su rostro, con una cabeza calva saliéndole de la...

—¡Oh por dios!— parpadeó con genuina preocupación Tony— Creo que eso es la cabeza...

Maldijo por lo bajo su suerte. Durante las últimas tres semanas habían establecido turnos para acompañar a Natasha mientras los demás salían de misión. Steve estando demasiado paranoico, pesando que en cualquier momento podría nacer su hijo, estableció un calendario en el cuál todos debían rolar turnos y acompañar a Natasha para hacerse cargo de su seguridad, en caso de que alguna situación se presentara.

A lo que la rusa se negó rotundamente; Sin embargo a regañadientes accedió, al entender el valor del primogénito del Capitán América y que en ese estado era incapaz de defenderse eficazmente.

Por seguridad de la madre y criatura, todo estaba planeado para llevar a cabo el parto en el mismo complejo. El ala médica había sido equipada, médicos y enfermeras contratados para presentarse al ser notificados.

Para la triste suerte del genio, había sido el elegido del destino para enfrentarse al momento más esperado para el equipo. Y para colmo, en medio de la arremetida de una de las tormentas de nieve más fuertes jamás registradas en Nueva York.

Snowzilla, con sus 60 centímetros de Nieve y el cese de todos los transportes y fallas de comunicaciones, estaba haciéndole perder los nervios.

No podía contactar ni al personal médico (que al igual seria imposible transportarle hasta la base) Ni con Rogers, que estaba solucionando problemas del tercer mundo, en lugar de ver a su hijo nacer.

—Maldita sea— Gimió la rusa, sintiendo que el dolor estaba por partirle en dos— ¡Haz algo, Stark!

—¿Y que rayos se supone que tengo que hacer? Nunca había visto un parto, no tuve tiempo para aprender de obstetricia— Levantó la vista para encontrarse con una Natasha que parecía a punto de romper en llanto y lucía una frente sudorosa— Es de esas cosas que los hombres preferimos ignorar...

—Llama a Steve, quiero a Steve— Chilló y volvió a dejarse caer sobre las almohadas. 

—Señor, el servicio de emergencias sigue saturado— La IA no ayudó.

—Llama a Rogers, Friday... ¡Haz algo!— Gritó— Lo siento, Linda, tampoco tienes la culpa. Fueron estos dos que cogieron como conejos sin protección. Pero supongo que somos tu y yo contra el engendro romanogers. Ilumíname... ¿Qué hacemos con... esto?

Sin estar muy seguro, volvió a asomarse bajo el vestido de Romanoff para cerciorase de que todo estuviera bien ahí debajo, aunque no tenia idea de que debía estar viendo.

—¿Quiere que le muestre el video de un parto, Señor?

—No, ya es demasiado perturbador ver uno, como para ver otro— Tragó en seco— Solo dime que hacer, busca en wikipedia, google, no sé. 

Daddy's little girl  | Tony StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora