Camina, es su actividad favorita. Pasea sin rumbo entre calles viejas y olvidadas.
Su paso es fijo y constante, no tiene por qué apresurarse, es una hermosa noche y tiene suficiente tiempo como para regresar a casa. No le duelen las heridas de su cuerpo, está acostumbrada a cosas así, cortes, rasguños, moretones en sus brazos; todo es parte del oficio, todo es parte de su vida.
Con la vista sigue los autos hasta que se pierden entre la bruma que cubre la ciudad, las luces brillantes que emiten ya no significan nada pero quizás su rumbo si. El sonido incesante de las ruedas aplastando el asfalto le hacen recordar donde está y le advierten su distancia. No le queda mucho para llegar, aún así esa sensación de peligro no deja de seguirla como su propia sombra.
Las calles siguen oscuras, nadie interesante a la vista, solo por esos momentos ella es una más. Una joven de dieciséis años caminando tranquilamente hacia su hogar. Las personas que la cruzan no le prestan atención, cada uno tiene sus ocupaciones, aún siendo cerca de las doce muchas personas caminan hacia diferentes destinos, ella solo camina en una misma dirección.
Las luces del lugar parpadean, quizás también sienten ese frío abrazador que busca congelar todo a su paso, hasta la más débil brisa provoca su movimiento, expandiendolo por hasta el más mínimo reducto que quede.
Ve que se acercan hombres uniformados e intenta mentalizar una imágen propia de naturalidad normal. Quiere ser invisible para ellos, de todas las personas con las que cruza estas la hacen sentir más nerviosa. Ellos representan a la seguridad que ella tanto perturba y prefiere dormir en una cama vieja que en una que esté rodeada por barrotes de hierro.
En cuanto los ve pasar a su lado ignorando su presencia puede relajarse, otra noche que escapa de ellos es una noche más para descansar.
Llegando al final de la décima calle la joven decide cambiar de rumbo dirigiéndose hacia un edificio que se encuentra a su izquierda. La construcción es antigua, cada marca de aerosol en las paredes esconde unos ladrillos pintados de bordó que señalan épocas mejores. La puerta principal a un lado de la construcción, es de una madera humedecida y gastada con una pequeña ventana de vidrio sucio en la que aún se leen las letras de una calcomanía de color dorado " La boca del lobo" "Alojamientos". Con esa breve información en la puerta de entrada se da la bienvenida al pequeño complejo de veinte pisos, un lugar barato para poder descansar y alejarse de los problemas que abruman la ciudad.
La mayoría de las ventanas no reflejan luz, todos prefieren mantener sus temas en secreto, y qué mejor lugar para esconder algo que en la oscuridad. Los huéspedes no hablan entre ellos de forma amistosa. Siempre se escuchan voces demacradas y roncas decir unas pocas frases y luego marcharse. Quienes van con buenas intenciones deben estar listos para lo que verán allí, si no sabes defenderte te conviene no acercarte.
El último tramo hacia el interior del edificio fue llevado con la misma velocidad y rectitud al igual que todo el camino, por experiencia sabe que el correr a casa no siempre es la mejor alternativa. Abre la puerta ayudándose con un empujón de su rodilla contra la madera gastada, su vestido negro apretado contra su cuerpo se estira para permitir el movimiento. Las maderas del piso crujen un poco antes de permitir el paso de la puerta que se atasca de nuevo quedando media abierta, lo suficiente para que ella pase. Aún conservando el paso la joven camina hacia el interior y vuelve a cerrar la puerta haciendo regresar el silencio de la habitación.
Se acerca al mostrador de madera y mármol polvoriento, los cuadros de personas antiguas cubren levemente parte de las paredes manchadas y la observan con desdén. Los dos sillones bordos y el librero con títulos viejos le dan un aire "anticuado" al lugar, el cual te distrae de las arañas que cuelgan del techo esperando deseosas a su nuevo alimento, detrás del mostrador una mujer alta y raquítica tantea sus dedos sobre el mármol golpeando los metales de sus anillos despintados. Tiene el pelo completamente blanco atado en una coleta alta color rosa gastado. Sus ojos casi grises tan fríos como su expresión arrugada se pasean entre su manos y la distancia de la chica.
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Survival Game
FanfictionCorrer, Escaparse, Sobrevivir, Asesinar. No creo poder seguir mucho más de pie, mis piernas se rindieron ante el peso de mi cuerpo. Almas que llevo conmigo solo quieren verme caer pero con los años que llevo aprendí a nunca darle el gusto a nadie...