SALVACIÓN

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-Y ya está –terminó John Winchester-. Eso es todo lo que sé. Llevamos toda nuestra vida buscando a ese demonio, ¿vale? Y ni rastro. Nada. Hasta hace cosa de un año. Por primera vez capté su rastro.

-Por eso te largaste –comprendió Dean.

-Sí. Debía de haber salido de su escondite o despertado.

-¿Qué rastro encontró? –le preguntó Elena.

-Empezó en Arizona, luego en Nueva Jersey, California… casas incendiadas… va a por familias con hijos, igual que fue a por nosotros.

-¿Familias con niños? –preguntó Sam a media voz.
-Sí. La noche que cumplen los seis meses.

-¿Yo tenía seis meses?

-Los hiciste ese día.

-Yo creo saber por qué –musitó Elena.

Dean la miró, sorprendido.

-¿Qué?

-Azazel nos lo… contó, más o menos. El caso es que sus intenciones no son muy buenas. Quiere crear un ejército.

-¿Un ejército? –Repitió John-. ¿De qué?

-De niños especiales –miró a Sam. Aún no le había contado nada sobre sus visiones a su padre-. De asesinos. No sé por qué. Eso es lo único que sé.

-¿Y has esperado hasta ahora para decírnoslo? –le preguntó Dean, enfadado.

-Cuando ha surgido el tema.

-¡Llevamos meses hablando de lo mismo!
-¡Dejadlo ya! –Les ordenó John-. Resulta evidente que ese demonio ataca a esos críos por alguna razón.

-De modo que vino a por mí –comprendió Sam con voz ahogada-. Así que la muerte de mamá y la de Jessica son culpa mía.

-Eso no lo sabes –le contestó su hermano, sin mirarlo.

-¡Pues yo diría que está bastante claro!

-¡Por última vez, lo que les pasó no fue culpa tuya!
-Tienes razón, la culpa no es mía, ¡pero sí el problema!
-¡No, no es tu problema, es nuestro problema!
-¡Ya vale! –Volvió a ordenar John, levantándose de su asiento-. Dejadlo ya.

Los dos hermanos se miraron en silencio.

John miró a Elena.

-Me gustaría hablar contigo –ella asintió y miró a sus hijos-. A solas.

A regañadientes, los hermanos salieron de la habitación y los dejaron solos.

Elena se puso algo nerviosa. Debía admitir que John Winchester le transmitía la misma fuerza y autoridad que su padre.

-¿Has hablado sobre Azazel con mis hijos?

-No.

-Bien, ¿qué más sabes sobre Azazel?

Elena lo miró durante varios minutos.

-El hecho de que no puedas contárselo a mis hijos, no significa que no tengas que contármelo a mí, Elena. Tengo que saber a qué me enfrento.

-Querrá decir, a qué nos enfrentamos.

John cuadró la mandíbula.

-Cuéntamelo –le ordenó.

Elena suspiró para sí.

-Sé que… los niños a los que Azazel escogió no fue al azar. En el infierno existen leyes, por así decir, para los demonios mayores, como Azazel, leyes que no pueden quebrantar.

Supernatural/Sobrenatural (1ª Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora