Capítulo cuatro: ¿El ganador?

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Los últimos dos meses han sido largos y terribles, Tony los ha pasado de viaje en viaje y encerrándose en su taller en busca de creaciones que le distraigan, pero nada parece funcionar, para todos es evidente que se encuentra mal...

-Tony- murmuró Pepper mientras entraba a su despacho, el moreno miraba hacia el ventanal, pero era evidente que estaba perdido en sus pensamientos

-¿Qué hay Pep?- susurró saliendo de su ensimismamiento

-¿Cómo estás?

-Tan bien como siempre, preciosa...

-Puedes mentirle a todos pero no a mí y ciertamente tampoco a tus padres ni Rhodey- dijo la rubia interrumpiéndole

-No es nada Pep...

-Estamos preocupados, ya pasaron dos meses y sabemos que estás bebiendo de nuevo, ¿Cuándo fue la última vez que dormiste? Y me refiero a horas corridas en tu cama y no simples siestas en el taller...

-Yo...- el moreno parpadeó con violencia intentando disipar las lágrimas que anegaban sus ojos

-Oh querido, deja de guardártelo- dijo ella acercándose para abrazarlo- necesitas dejarlo salir...

-¿Por qué Pep?- sollozó aferrándose a su mejor amiga

-Tony, lo que esos tres te hicieron fue despreciable...

-No me importa- sollozó Tony interrumpiéndola

-¿Disculpa?

-La maldita apuesta, de verdad no me importa- murmuró ahogando un suspiro lastimero- Stephen y Peter me dan igual, siempre supe lo que querían de mí...

-¿Entonces?

-¿Por qué me mintió?- lloró de nuevo con voz rota- Steve me hizo enamorarme de él... si sólo quería sexo... por... ¿Por qué?

Baby yo sé que está difícil la decisión
Reconoce que aquí no hay liga, yo soy tu opción
Yo sé que seras mía, ia
Cuando tiro no falla mi puntería, ia
Soy el mejor de esta trilogía, yeah
Pero quien tú escojas, te ganas la lotería

***Flashback***

El genio había llamado de inmediato a su mejor amigo, el Coronel Rhodes quien le ayudó sin dudarlo en cuanto escuchó la desesperación de su amigo. Ahora el castaño caminaba agitado por aquellos pasillos que el rubio tanto le había descrito, miró a la gente y los reconoció de inmediato sin realmente conocerlos, un nudo se instaló en su pecho al pensar cuanto había deseado conocer el lugar, llegar un día para sorprender a su ojiazul con café y almuerzo en mano...

-Señor, disculpe no puede pasar- interrumpió una rubia al verle pasar cual bólido en dirección a aquella oficina

-No te entrometas Sharon- siseó haciéndola a un lado y abriendo las puertas con violencia

-¿Qué demo...? ¿Tiny?- Steve le miró extrañado analizándole por unos segundos antes de dejar la documentación que leía- ¿Amor, qué te pasó?

-¿Por qué?- preguntó el menor entre dientes

-¿Qué?

-Ya me enteré... Peter me contó todo sobre la apuesta- declaró con una entereza que no sentía realmente

-Tony... yo...- el rubio balbuceaba mientras palidecía viéndose casi tan blanco como el papel

-¿Cómo pudieron? ¿Eso soy para ustedes? ¿Un puto premio que ganar?

La ApuestaWhere stories live. Discover now