Epílogo

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-¡Steve, abre!- la puerta de aquel modesto departamento era aporreada por un castaño desesperado y ansioso.

Temía haber tardado demasiado, su corazón se estrujaba a cada segundo imaginando los peores escenarios

-¡Steve, maldita se abre! Soy Tony... abre por favor...- volvió a gritar tocando con violencia- ¡Voy a tirar la maldita puerta!

Sus amenazas quedaron ahogadas cuando la puerta se abrió con demasiada fuerza, del otro lado un rubio con ojos rojizos e hinchados, y una barba desaliñada le observaba como si fuera un espejismo

-Tony...

-Eres un idiota- susurró Tony dejando salir el llanto mientras golpeaba el pecho del militar- ¿En qué pensabas? ¿Querías matarme del susto?

-Yo... Tony...

-¡Habla! Dijeron que no te han visto en semanas, cuando no abriste pensé lo peor...

-Tú... estás aquí...

-¿Es lo único que dirás?- reclamó el más bajo

-Estás aquí...- sollozó el capitán abrazándole con fuerza contra su pecho

-¿Dónde más, idiota?- contestó aferrándose al cálido abrazo y escondiendo el rostro contra el pétreo pecho

-Tony, te extrañé amor... Por favor, necesito que escuches...- dijo con voz ahogada y luchando por recuperar la compostura

-Shhhh, no es necesario. Strange me buscó para explicarme todo- murmuró alejándose sólo lo justo para poder mirarle de frente

-¿Qué? ¿De verdad?

-Estaba preocupado por ti. Lamento no haberte escuchado- dijo tomando su rostro entre las palmas

-Debí decírtelo, debí advertirte esa misma noche...

-No Steve, no me molestó el que no me advirtieras... Yo, creí que tu también habías apostado, que me habías mentido...

-¡Jamás!- se apresuró a corregirle- Yo te amo, más que a nada en el mundo, sé que es demasiado rápido pero así es y no puedo vivir sin ti...- declaró mirándole a los ojos

-Ni yo- sollozó el menor antes de robarle un beso necesitado

Sus lenguas danzaron en sincronía mientras sus manos picaban buscando incrementar el contacto entre ellos. La puerta fue azotada con fuerza mientras ellos chocaban contra los muebles negándose a separarse ni un segundo, sus alientos se volvieron uno y una fina capa de sudor comenzaba a formarse en sus frentes mientras intentaban llegar al dormitorio

-Tony, Tony...- rezaba el mayor cual mantra

-Steve...

-¿Qué sucede?

-Hazme el amor- pidió el castaño con la piel sonrojada y los ojos brillantes de necesidad

-Amor...

-Por favor, necesito sentirte mío- suplicó contra sus labios

-No puedo negarte nada- exclamó con una sonrisa resignada antes de atacar sus labios de nueva cuenta.

El rubio le tomó de los muslos para cargarle a la habitación donde fue depositado con delicadeza en el suave colchón, sus labios fueron besados mientras cada parte de su cuerpo era adorada por aquellas grandes y toscas manos, Tony sentía que aquella mezcla perfecta entre pasión y delicadeza lo iba a volver loco mientras se deshacía en suaves suspiros de placer y su piel asimilaba la marea de sensaciones de manera casi catártica

-Te amo Tiny...

-Y yo a ti beloved- susurró mientras intentaba deshacerse de la camiseta del mayor, pero se detuvo un momento al notar el cuello y pecho desnudos- ¿Dónde están?

-¿Qué?

-Mis placas, las quiero de vuelta...

Steve sonrió ante aquella demanda, sus manos acunaron el rostro de su amado antes de tomar sus labios permitiéndose degustar con calma su sabor tan dulce y vigorizante, y el cual esperaba nunca más dejar de probar, porque ese hombre había llegado para revolver su vida por completo, un flashazo a esos ojos castaños en una noche de copas, eso había sido suficiente para que el rubio cayera rendido y sin escapatoria.

FIN

La ApuestaWhere stories live. Discover now