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Una mañana de septiembre, Beth nos platicaba de su novio, se notaba la emoción en su rostro al mostrarnos fotos. Hazel y Midge agregaban historias que habían pasado juntos, lo describían como un muchacho inteligente y divertido. ¡Debía ser el hombre más afortunado del mundo! Beth era una chica recatada, muy modesta y amable. De no ser por eso, creería que Aaron era su novio.

Aaron, quien claramente estaba aburrido de la plática, empezó a acariciar el cabello de Adam, haciendo caso omiso de las advertencias de su amigo para que parara. Elisa y Hazel hablaban entre ellas sobre sus canciones favoritas, mientras Midge ya estaba enfadada porque se quería ir a casa.

Cole y Dylan entraron al salón en ese preciso momento. Desde mi lugar, podía notar sus ojeras, uno caminaba encorvado y cansado, el otro se acomodaba su pelo mientras caminaba. Ambos pararon en el lugar de Elisa para saludarla, a Hazel no le gustó que interrumpieran su conversación e intentó correrlos; callada, tomé mi tiempo para intentar distinguirlos mientras jugaban, pero no importaba por cuánto tiempo los mirara, lucían como dos gotas de agua para mí.

Piel blanca, complexión delgada, cabello rubio y esa sonrisa pícara que siempre esbozaban a la más mínima provocación.

De esas sonrisas que no puedes sacar de tu cabeza por lo llenas de secretos que están.

― ¡Cuidado, Elisa! Por poco y te aplasto ―bromeó uno de los Sprouse mientras la despeinaba, el otro se reía del chiste malo de su hermano. Ella intentó pegarles, pero sus brazos eran tan cortos que no los alcanzaba. Hazel se burlaba de Elisa, quien era de su mismo tamaño.

―Vas a matar a alguien de la risa, Cole ―dijo Adam con un tono sarcástico. Cole le mostró el dedo de en medio con una sonrisa, Dylan intentaba tocar los cachetes de Elisa sin éxito.

― ¡GUAPOS! ―gritó Aaron a todo pulmón, Cole le envió un beso como si fuera una diva de pasarela y Dylan le guiñó el ojo mientras hacía el símbolo de paz con las manos.

No pude evitar sonreír al verlos tontear así.

Los gemelos notaron que los veía fijamente. Intrigados y curiosos, me sostuvieron la mirada con una sonrisa. Estaba tan avergonzada que tuve que apartar la vista, escuché que ambos susurraban algo indescifrable y se rieron. Para disimular, mantuve mi mirada en Beth y Aaron; él le olía el cabello e intentaba acercarse a su cuello para besarla, mientras ella lo bloqueaba con su mano.

―Estás roja ―masculló Adam, di un saltito por el susto (él y yo casi nunca hablábamos), volteé a verlo y me sonreía. Apuntaba a mi cara con su dedo índice―. ¿Es por lo que dijeron?

Negué con la cabeza, ni siquiera había escuchado lo que habían dicho, me percaté que ellos ya se habían sentado en sus lugares. Mi mente divagaba entre los gemelos y Adam, era la primera vez que estaba en una clase con tantos chicos lindos.

"¡No, los Sprouse no son lindos!" trataba de mentirme.

Aaron le metió su dedo babeado al oído de Adam mientras estaba distraído hablando conmigo, y como siempre, empezaron a pelearse.

Midge golpeó mi pupitre para llamar mi atención.

―No valen la pena ―susurró e hizo una mueca de desagrado. No podía entender a quiénes se refería. Para mí, ninguno de los chicos del salón valía la pena.

Miré cómo los demás alumnos entraban al aula cansados e irritados. Las clases transcurrieron con normalidad, lo más interesante de la escuela siempre era la hora del receso.

Hazel, Elisa y yo bajamos al tercer piso para tomar agua de un bebedero de los pasillos, charlamos un poco, desayunamos y decidimos regresar al salón más temprano. Mientras subíamos las escaleras, notamos (para sorpresa de nadie) que los Sprouse estaban rodeados de chicas de décimo grado, gritaban y reían de una forma tan irritante que me compadecía por primera vez de los gemelos.

✨ Both of You ✨ Cole & Dylan SprouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora