Tu Presencia [RUSBOL🌹]

-🌹-Parte⁴.4

[•]¿Quién es él?

•••

En el reloj se mostraban las cinco en punto, los rayos naranjas del sol atravesaban las ventanas de aquel local. El mayor no podía dejar de observar la foto, sin duda era una de sus favoritas. La felicidad que mostraba el pequeño tricolor era contagiosa, tan contagiosa que Rusia no evitaba mostrar una sonrisa cada vez que veía esa foto.

—. ¿Rusia, estás ocupado?.- la voz de Alemania lo saco por completo de sus pensamientos. El mayor se apresuró en guardar la foto en su chaqueta y se giro rápidamente para mirarlo.

—. Quisiera preguntarte algo... Ahmmm~ ¿Quieres salir conmigo a tomar algo?

Rusia no sabía que decir iba a estar un poco ocupado siguiendo la rutina de todos los días, después de mucho pensarlo aceptó, no era mala idea salir un rato con tu "jefe" por así decirlo, tal vez recibiría algún aumento.

La cafetería ya había cerrado sus puertas y las luces se apagaron. Alemania se aseguró de que la puerta esté completamente cerrada y retiró la llave. El camino hacia el bar fue incomodo para Alemania quien no podía ocultar sus nervios mas que haciendo preguntas tontas, felizmente llegaron en un abrir y cerrar de ojos. Los dos se adentraron al lugar sentándose en una de las mesas pensando en que pedir.

—. ¿Que pediras?.- preguntó el alemán viendo como el contrario examinaba el lugar con la mirada.

—. Hoy tomaré algo diferente de lo que acostumbro.

—. Tomaré lo que tú pidas, si no te molesta.– la sonrisa del alemán desapareció por completo al recordar la escena de su padre.

El camarero se acercó a la mesa listo para recibir las ordenes.

—. Dos cervezas, por f- Alemania rápidamente lo interrumpió.

—. ¿Pedirás eso?- dijo el alemán en un susurro audible. Rusia no dio respuesta alguna, eso hizo que él quedara en ridículo frente al camarero. Se acomodo en su sitio y prosiguió.– está bien, yo pediré una gaseosa.

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—. Rusia, debí decírtelo desde un principio... gracias. Que hubiera hecho sin ti. Mi padre decía que si no encontraba a alguien que me ayudara en la cafetería, destruiría mi maldito negocio. Aveces se lamenta de tener un hijo que no comparta sus mismas ideas. Me odia.

El alemán bajo la mirada hacía su botella de gaseosa, se sentía un poco avergonzado, por otro lado, el ruso balbuceaba cosas sin sentido; ¿flores?, ¿carro?, no entendía lo que quería decir.