— ¿Ya ha despertado?— Escuchó una voz a lo lejos.
Una chica semi-consciente se encontraba tendida en una de las blancas y púlcras camas de la enfermería.
Su rostro estaba sereno, cargado de una paz que parecía casi inhumana.
Will estaba a su lado, revisando el suero y la aguja incrustada en su muñeca. Pura rutina médica.
Todos habían notado algo, la chica era poseedora de una gran belleza. Tez morena bronceada, cabello castaño largo y ondulado. El color de los ojos era un misterio, pero tenía unas largas y bellas pestañas.
— No lo sé, ha fruncido la nariz. Quizás esta por hacerlo— Contestó otra voz a la primera.— ¿Qué crees tu Will? Eres el experto—
— Esperemos que pueda reaccionar en las proximas horas, es preocupante que lleve tres días inconscienfe— Comentó una tercera voz.
¿Tres días? Creía haber dormido solo unas cuantas horas.
Ella quería levantarse, sentía como si su cuerpo estuviese congelado y tuviese que esperar a que el efecto helado pasara para poder moverse.
Se alivió cuando algo en su interior le dijo que eso sucedería pronto. Odiaba quedarse quieta por mucho tiempo.
Padecía de THDA, Transtorno de Hiperactividae y Déficit de Atención, a parte de una severa dislexia que amenazaba con no reducirse o darle un respiro nunca.
En su colegio no era muy buena por la misma razón. Para sus maestros era el demonio en persona, solo por un par de bromas que les había hecho en el año. Nada malo.
Además su psicólogo, al que iba dos veces a la semana por petición de su madre, le había comentado que era posible que tuviese un índice de cleptomanía.
Cleptomanía, robar cosas que realmente la persona no ocupa y lo hace de manera inconciente.
Y no se sentía mal por el diagnóstico, es más, le venía de maravilla pues prefería ser llamada cleptómana a ser llamada ladrona. El término real en su caso era el segundo.
Pero, ¿Por qué alguien tendría que enterarse que ella robaba por su gusto y no por pura inocencia? Sería tonta si desmintiera una excusa tan buena que ellos solos se habían impuesto.
Poco a poco su cuerpo fue reaccionando a las peticiones que su cerebro le mandaba.
Probó una vez, logrando mover su mano. Estuvo así hasta abrir sus ojos. De un color miel muy bonito.
Delante de ella estaban tres figuras. Hombres.
La primera que estaba más cerca era la de un chico rubio ojos azules con un leve bronceado que le quedaba de maravilla. Era muy guapo.
El segundo era otro rubio, tez blanca y sonrisa amable, según pudo notar tenía una pequeña cicatriz en el labio superior. Curiosamente no le quedaba nada mal.
Y el último era un chico azabache con ojos hermosos e inquisidores ojos verdes que la veían con dulzura.
Sentía como si estuviese rodeada de modelos salidos directamente de alguna revista de Calvin Klein. Todos eran sumamente apuestos.
Su mirada cayó en la de un chico un tanto más apartado, cabello negro con ojos oscuros como la noche. Fríos. Pero hermosos. Su piel era tan blanca que se preguntó si padecía de algún caso de anemia o algo parecido.
De los cuatro chicos en la sala, él era por mucho el más guapo de todos.
— ¿Dónde estoy?— Creía que esa era una pregunta razonable en ese tipo de situación, ¿No? Solo tenía claro el horrible dolor de cabeza latente en su cerebro con fuerza.
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My personal soldier |Nico Di Angelo| |Primera parte|
Fanfiction¿A qué estará jugando ahora el olimpo? Los problemas de los semidioses son casi tan normales como la respiracion, siempre presentes. Pero todo puede empeorar con el secuestro de uno de los doce, el balance del mundo mortal e inmortal se verá en seri...