Capítulo 1:

498 15 4
                                    

Igual no es muy inteligente lo que digo. Ni muy acertado lo que hago. Pero si soy feliz haciéndolo, no creo que haya problema alguno. Aunque a veces la vida te da la espalda y tienes que intentar llamarla al hombro y avisarle que vamos por mal camino.

¿Recordáis la primera vez que os visteis en el espejo? Esa sensación tan extraña de observar a alguien nuevo para ti, pero en verdad es un mismo. Pues exactamente eso nos pasa a menudo. Actuamos como otras personas para conseguir mayor beneficio, pero no nos damos cuenta que nos engañamos a nosotros mismos. ¿Y recuerdas esa vez en que hablaste por primera vez con tu mejor amigo? En las cosas buenas nunca se recuerda el principio, y mucho menos se puede imaginar el final, o simplemente no lo tiene. Porque nadie recuerda su nacimiento y mucho menos de cuando eramos unos renacuajos en el vientre de nuestra madre. Pero todo esto llega a la conclusión de que ni siquiera nosotros sabemos donde acabará lo que hemos empezado en un pasado, porque simplemente el futuro no existe, se construye por si solo. Y ahora alguien me negará seguramente lo que he dicho. Para que me entendáis, os explicaré mi historia. No es precisamente la historia que todos quieren, pero si tuvo su final feliz.

Un día cualquiera de Febrero, por la tarde.

El primer día de San Valentín más triste de mi vida. Nunca me he enamorado de ningún chico, pero esta vez he caído rendida en el guardameta de mi equipo favorito: Carlos, el novio de Isabel, mi hermana mayor. Y, claro, ella no sabe nada. Ni se lo imagina. Yo tampoco sé muy bien como Cupido ha hecho semejante travesura.

Aguantando los besos y caricias de los enamorados, Claudia mira de reojo al gran sofá blanco donde se encuentran los dos. Suspira y decide ir a su habitación para seguir con sus deberes. Isabel ve como su hermana se aleja poco a poco del salón.

¿Dónde vas?-le dice.-Mamá dijo que limpiases la cocina.

Claudia se gira y mira con desprecio a la chica.

-Lo sé, pero no tengo ganas de nada. ¿Por qué no te encargas de eso tú?

-¿Tengo cara de tonta o qué?¡Qué limpies he dicho! Soy tu hermana mayor y te ordeno a hacerlo.

Carlos, sorprendido por aquella escena, pellizca a Isabel y la mira con ironía.

-¡Qué haces!- se queja la chica apartándose de él.

-Deja a tu hermana que haga lo que quiera y limpiemos nosotros.- contesta Carlos.

-¡Ni hablar! Mi madre dijo que lo debería de hacer ella.

Claudia cierra los ojos y suspira una vez más. Luego, dirige su mirada a Carlos y este le guiña el ojo. ¡Pero qué bueno es! Mi hermana no aprovecha lo que tiene. Si fuese mío...

-Bueno... Está bien, aunque quiero algo a cambio.- dice Isabel pensativa.

Carlos y Claudia miraron a la chica.

-Y, ¿qué es lo que quieres, hermana?

-Luego te lo digo, Clau.- sonríe.- Venga, ¿limpiamos ya, o esperamos a qué mi madre llegue y nos regañe?

-¡Oye que yo quiero saber lo que quieres!- exclama Carlos.

-Mmm... Tú... ¡No!- contesta Isabel agarrándole la mano a su novio.

Isabel y Carlos abandonan el salón y entran en la cocina después de un beso. Claudia se queda pensativa mirando la sonrisa de Carlos cuando habla con su hermana. Tiene envidia, mucha envidia, y hará lo que sea por el amor de aquel chico que un día le dedicó una parada en el partido de fútbol.

Unos meses atrás, a las afueras de la ciudad.

Todavía recuerda los nervios del primer partido con su nuevo equipo. Tanto tiempo deseando entrar en uno de los grandes y por fin lo ha conseguido. No cree que sea muy bueno como portero pero si está aquí será por algo. Se coloca sus guantes verdes, aunque están un poco gastados pero le sirven. Sus guantes de la suerte. Se los regaló su mejor amiga: Isabel. Esa chica rubia de pelo muy largo le ha vuelto totalmente loco. Solo la conoce desde el principio de curso, pero se ve muy maja. Le encanta cuando sonríe, sus cachetes tapan sus grandes ojos azulados.

Su compañero Michael entra en el vestuario y consigue asustar a Carlos. Tras un pequeño salto, el chico se gira y sigue con la mirada azabache al delantero de su equipo.

-Hey, tío,¡qué susto!- exclama Carlos.

-¡Ups! Lo siento. Fuera hay una chica rubia preguntando por ti. No sé como se llama, pero seguro que la conoces.

¿¡Qué!?¿Ha oído bien?¡Se trata de una chica rubia! No puede ser... ¡Isabel ha venido a verle!

Carlos sale corriendo del vestuario sin calzar nada. Michael se queda sorprendido al ver a su compañero con tanta euforia. Carlos no duda ni un segundo más, quiere estar con su mejor amiga. La gente observan al chico como corre. Están muy extrañados, pero a él le da igual, quiere verla ya. Se para frente a las gradas. ¿Dónde está?¿Le han tomado el pelo? Carlos puede escuchar los susurros del público. Creen que está loco, y realmente él piensa lo mismo: está loco de amor por Isabel.

Tras observar detenidamente, el entrenador le grita enfadado que se aparte del campo. Pero el se hace el sordo y sigue buscando a su amiga. De pronto, una chica de mediana estatura grita su nombre. Carlos la observa. ¿Isabel? No la ve bien.

-¡Carlos!¡Aquí!-exclama bajo la atención de todos.

La chica saluda con su mano a Carlos. Entonces él corre hasta la grada para ver de quién se trata. Poco a poco su cara le resulta más familiar y descubre quién es. Se trata de Claudia. La buenorra de su clase, la hermana de Isabel. Decepción.

-¿Claudia?¿Qué haces aquí? Si a ti no te gusta el fútbol...

-Ya, ¿y qué?¿No puedo venir a verte o qué?-sonríe.

Un cabello negro se asoma por al lado de Claudia.

-¡Hola Carlitos!-grita la chica morena mientras le agita el pelo al chico

¡Qué haces Luisa!¡No me despeines hombre!-se queja el joven guardameta arreglándose un poco el pelo.

Las dos amigas sonríen.

Es verdad lo que dicen sus amigos. Luisa ha cambiado bastante desde el principio de curso. Está un poco más ancha y su cara ahora es mucho mejor, aunque se maquille bastante. Claudia sigue igual que siempre. Es muy guapa, aunque como Isabel no hay otra igual. Son muy iguales, el mismo color de ojos, la misma boca, hasta el mismo estilo de pelo. Pero ella es especial. Tiene algo que es diferente a las demás chicas, aparte es muy dulce...

-Bueno, ¿y qué os trae por aquí?-pregunta el chico.

-Pues la tonta esta me ha obligado a venir.-contesta Luisa.

Seguido de esa frase, la chica recibe una patada de su amiga.

-No le eches cuenta...-suspira la joven rubia tras abrazar a Luisa.- Solo pasábamos por aquí y hemos decidido entrar.

-¿Y tu hermana?¿No ha salido hoy con vosotras?

-¡Qué va! Está resfriada. Ya sabes, el invierno es así.

-Pues que pena, no la he visto en lo que llevamos de vacaciones.-responde con tristeza Carlos.- Os dejo chicas, voy a empezar el partido.

Después de abrazos y besos, las chicas suben a las gradas y se colocan en los dos asientos que quedan libres. Al lado de ellas, una joven morena las mira descaradamente. Su cara les resulta familiar pero no la llegan a reconocer del todo.

-Oye, ¿tenéis fuego?-pregunta la chica misteriosa con un cigarrillo en la boca

-Lo siento, no fumamos.-responden.

Que pena, se me ha olvidado en casa el mechero.

Extrañadas, las dos amigas se miran la una a la otra y susurran que si la conocen. La otra chica las oye y suspira.

-No me conocéis, pero yo a vosotras sí.-contesta la joven y se levanta de su asiento.

La chica morena se aleja de las gradas poco a poco mientras Claudia y Luisa la siguen con la mirada. ¿Quién será esa jovencita tan atractiva?


****************************************************

Heyyyy!! Qué tal? ¡Volví despues de muchiiiiiiiisimo tiempo! Más vale tarde que nunca... Aquí os dejo un nuevo proyecto que he empezado :)) Os gusta? Comentad y votad! Es gratis :DDDD Graciass ;)

BulimicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora