D i l e q u e n o

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Juls... mírame—le pidió Valentina en un hilo de voz—, dile que no.

. . . . .

CANCIÓN SUGERIDA:

A Great Big World, Christina Aguilera — Say Somenthing

"Eres lo que más amo y estoy diciendo adios".

"Di algo, me estoy dando por vencido".

El color blanco nunca me había parecido tan bonito, pero verla allí, de pie, con su hermoso vestido de novias, hizo que mi corazón bombeara con mucha fuerza y una corriente eléctrica traspasara desde la punta de los dedos de mis pies, hasta la cabeza.

Era real el sentimiento.

Sus ojos marrones se empaparon en los míos por cuestión de segundos. Ella sonrió, y sin pretenderlo, yo también. Estaba sentada a unos escasos y cortos metros de ella. La admiraba en silencio. Tal, y como venía haciéndolo desde hace más de veinte años.

No quería admitirlo, tampoco quería aceptarlo. Me había enamorado de ella como un ciego se enamora del mundo cuando ve por primera vez. Mis manos comenzaron a temblar porque a su lado, estaba el príncipe azul del que tanto me hablaba cuando éramos niñas. Aquella joven y genuina ilusión de una boda real, con un príncipe real.

Me tomó años comprender porque mi corazón se estremecía cuando Juliana, recostada en mis piernas, en una tarde del mes de Abril, confesó que su más grande sueño, era casarse con un príncipe azul. De esos de los que los libros tanto hablan. Ella alzó su vista, y con los ojos entrecerrados me preguntó:

—¿Cuál es tu más grande sueño?

Pero yo no contesté.

Sacudí mi cabeza y huí. Como siempre hacía cuando me sentía atrapada en mis propias emociones. Recuerdo que esa misma noche Juliana me invitó a cenar a su casa para celebrar un año más de amistad. Yo creí que lo había olvidado. En el transcurso de la semana no había mencionado nada y sinceramente, yo tampoco. Me sentía estúpida y desubicada. Pero nuestra amistad era especial.

Hubo temporadas en las que fuimos muy felices. Así como también hubo descontentos porque simplemente no podíamos ponernos de acuerdo en algo. Aún recuerdo la primera discusión que tuvimos. Fue a los dieciséis, cuando Juliana tuvo su primera cita romántica. La recuerdo feliz, entusiasmada y muy enamorada. La tarde se hizo eterna mientras desde su cama podía observar cómo veía sus vestidos más bonitos con indecisión.

Quería decirle que con cualquier cosa que usara se vería preciosa porque ella era hermosa y esa era su esencia, pero como siempre, solo me sonreiría y me diría que solo lo digo porque soy su mejor amiga. Y aquellas palabras siempre resonaban dentro de mí y dolían. Dolían mucho, porque yo no quería ser solo su mejor amiga. Yo quería que ella me quisiera, así como yo la quería. 

—Val... ¿Estás escuchándome?

Su pregunta me avivó los sentidos.

Ella me veía con una sonrisa abierta mientras esperaba una respuesta de mi parte. Arrugó las cejas y se dio la vuelta viéndose frente al espejo con un brillo especial en sus ojos. Yo solo podía venerarla en silencio.

Estaba tan hermosa que dolía. 

—¿Crees regresar a tiempo? Hoy es el capítulo final de nuestro programa favorito y sabes que no es lo mismo verlo sin ti.

Di l e  Q u e  N o | JuliantinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora