Había fingido que estaba enfermo tan solo porque la idea de levantarse de la cama no le resultaba nada agradable y mucho menos cuando su madre se había empeñado en que se acercasen al centro para que se probase de nuevo aquel traje que la modista le estaba confeccionando. No es que no agradeciese todos aquellos caprichos, es que en esos momentos solo podía pensar en Son Hyunwoo, en su rechazo y en que, para su desgracia, sentía que había caído ante sus encantos como un tonto. ¿En qué estaba pensando? En nada, eso era evidente.
La clave estaba en que había dejado de pensar. Se había dejado llevar tan solo por su atractivo, por aquella boca de pecado, por el placer inmediato. Como un niño iluso, mientras él lo besaba en aquel sofá frente a la chimenea, Kihyun había llegado a imaginar cómo sería vivir todos los días así, con un hombre como Hyunwoo a su lado, uno que parecía tan inalcanzable y que no le hablaba del tiempo atmosférico ni parecía sorprenderse cuando Kihyun decía algo poco conservador o permitía mostrarse curioso en su presencia. Al revés, casi habría dicho que eso a Hyunwoo le gustaba. Pero se había equivocado. Nada más lejos de la realidad. Al parecer después de medio desnudarlo había decidido que no era del todo de su gusto.
Mientras Kihyun aún pensaba en ello, se puso en pie y se miró en el espejo alargado de su dormitorio. Solo vestía la ropa interior. Se llevó las manos a los pechos, sopesándolos. Cierto era que resultaba que el no tenía pechos y que algunos hombres los preferían voluptuosos y grandes, pechos reales que solo una chica podría tener así que en ese sentido poco podía hacer. Era delgado, pero no tanto como su hermano Changkyun. Tenía curvas y unas piernas largas que terminaban en los pies algo más grandes de lo deseado. Se preguntó cómo serían las mujeres con las que Hyunwoo solía relacionarse y le entraron ganas de echarse a llorar. Y lo peor de todo era que se sentía ridículo ahí, delante del espejo y suspirando por un hombre que estaba muy por debajo de su posición, uno con el que tampoco hubiese podido tener más que un escarceo amoroso aún a sabiendas de que, seguramente, eso habría arruinado su vida para siempre.―¿Qué haces ahí parado? ―preguntó Changkyun al entrar.
―Nada. Mirarme en el espejo. No es tan raro.
―Pensaba que estabas enfermo—replicó.
―Y lo estoy ―
repuso volviendo a la cama. Se metió bajo las mantas y evitó la mirada de su hermano pequeño que, incapaz de dejarlo correr, se sentó a los pies y lo cogió de la mano. Por primera vez, Changkyun no se mostró lleno de alegría ni alzó la voz ni se dedicó a corretear de un lado para otro. Tan solo fue su apoyo.―Me imagino que no quieres contármelo, porque llevas tres días metido en la cama y apenas hablas conmigo, pero sé que me ocultas algo.
―No es verdad, no ha pasado nada…
―Y no solo por esa marca que tienes en el cuello ―señaló Changkyun antes de continuar hablando―. Sino también porque no tienes los ojos rojos por un resfriado, sino porque has llorado. Soy tu hermano, Kihyun. Te conozco mejor que nadie. No intentes engañarme.
Kihyun apartó la mirada, avergonzado. En el fondo había deseado que su hermano se diese cuenta, porque necesitaba hablar con alguien, pero por otra parte sentía que hacerlo lo haría todo mucho más real. Y la realidad era extrañamente dolorosa.
―No puedo decírtelo ―admitió al fin.
―¿Por qué no? No te juzgaré.
―Es demasiado humillante.
―Venga, Kihyun. Suéltalo.
―Quedé con él ―dijo bajito. Changkyun abrió los ojos como platos.
―¿Con Son Hyunwoo? ―Se llevó una mano al pecho―. Dios mío, Kihyun, si papá o mamá llegan a enterarse de eso despídete de ver la luz del sol durante varios meses ―bromeó, aunque los dos sabían que no era del todo mentira; puede que no fuesen a encerrarlo, pero seguro que tomaban serias medidas nada agradables para el y su libertad.
ESTÁS LEYENDO
Seduciendo al diablo Son Hyunwoo [•YK×SHW•]
Romance|Todo parece apuntar a que Yoo Kihyun terminará casándose con el duque de Wellington, el mejor candidato de la temporada. Sin embargo, durante un baile de máscaras, Kihyun conoce a Son Hyunwoo o, como toda la ciudad lo llama, el mismísimo diablo. Un...