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Hyunwoo dejó la botella a un lado y gruñó algo por lo bajo.

―Estás perdiendo el norte, amigo ―le dijo Hoseok.

―Ese chico, todo es culpa… de ese chico…

―No bebas más. ―Le quitó la botella.

Hoseok se sentó en el otro extremo del sofá, sin saber que en esos momentos su amigo estaba mirando la gruesa alfombra delante de la chimenea y recordando el cuerpo desnudo de Kihyun encima de el, mientras él le hacía el amor y el pequeño gemía de placer.

Se tensó cuando la imagen lo sacudió.

Deseaba aquello. Deseaba a Kihyun en su cama todas las noches, pese a lo testarudo que era. Casi tanto como él. A veces le daba la impresión de que, pese a venir de dos entornos tan distintos, se parecían más de lo que estaban dispuestos a reconocer.
Eran curiosos, audaces y cabezotas, sí.

Era el chico perfecto para él y lo había dejado escapar en el momento clave. Solo tendría que haber dicho una palabra, una sola, y en esos momentos lo tendría sentado en su regazo o hablándole de planes de boda. ¡Por Dios santo! Por primera vez en su vida a Hyunwoo la idea de casarse no le parecía como meterse en una jaula, sino casi todo lo contrario, como al fin poder respirar y ser él mismo con esa otra persona ante la que no tenía que esconderse.

―Con él podía hablar… ―susurró.

―¿Podías hablar de qué? ―preguntó Hoseok.

―De todo. Nunca me juzgaba. Le conté nuestra infancia. Le conté que nos ganábamos la vida robando en las calles y consiguiendo dinero y comida de dónde podíamos y ni siquiera se inmutó. Cualquier otra de estas personas que acuden a salones de baile hubiese huido despavorida, pero el… Kihyun me abrazó…

Hoseok suspiró.

Hasta aquella última semana en la que había visto a su amigo destrozado por lo ocurrido, bebiendo más de la cuenta y encerrado en sí mismo, no había sido plenamente consciente de lo importante que era ese chico para él. Pero Hyunwoo no había estado dispuesto a hablar de lo ocurrido, así que aprovechó aquel momento para tirarle de la lengua.

―¿Y por qué no estás con él?

―Porque lo jodí. Eso ocurrió.

―¿Qué hiciste? ―Hoseok lo miró.

―Me dijo que solo se casaría conmigo si lo amaba.

―Bien. Es evidente que lo amas, ¿cuál es el problema?

Hyunwoo sonrió sin humor y le arrebató la botella. Bebió un trago largo antes de fijar la vista en la pared del salón y contemplar el cuadro del león que a Kihyun le había llamado la atención.

―El problema es que fui incapaz de decírselo. Me quedé callado como un idiota.

―Joder, Hyunwoo… ―Hoseok resopló y le palmeó la espalda―. Pues tú verás, pero estás a tiempo de arreglarlo. Mírame, amigo. No pasa nada, te bloqueaste. Ve ahora y dile lo que sientes; eso no te hace menos hombre, al contrario. ¿A qué estás esperando?

―Tienes razón…

―Claro. Yo siempre tengo razón.

Hoseok sonrió mientras lo ayudaba a levantarse, pero, al comprobar el estado en el que estaba su amigo, logró convencerlo para que, mejor, descansase y fuese a buscarlo al día siguiente.
Hyunwoo apenas tardó cinco minutos en dormirse cuando tocó la cama.

A la mañana siguiente, al despertar, la cabeza le daba vueltas. Llevaba días bebiendo y estaba hecho polvo, pero no se lo pensó dos veces antes de vestirse y salir de casa directo hacia la mansión de los Yoo.
Una vez allí, casi aporreó la puerta a pesar de la mirada sorprendida de su lacayo. Le daba igual.
De repente, necesitaba con urgencia ver a Kihyun y decirle lo que sentía de verdad. Quería recuperarlo.
El mayordomo abrió y lo invitó a esperar con tiento.

Seduciendo al diablo Son Hyunwoo [•YK×SHW•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora