CAPITULO 1

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Corro para coger el bus y me subo en él. Suspiro, le entrego al conductor el dinero y me siento en el primer asiento que veo. Miro el móvil para ver si me han escrito algún whatsapp, pero nada. No sé por qué tengo la sensación de que algo malo va mal. Llamo a mi casa y nadie me lo coge. Genial, y yo sin llaves, como siempre. Cuando el bus llega a mi parada me bajo, subo el volumen de mi música y comienzo a andar hacia mi casa. Camino con normalidad, sin prisas. Hasta que lo veo.

Una muchedumbre de policías están entrando y saliendo de mi casa, tomando fotos y anotando cosas. Corro con el corazón desbocado, y cuando llego a mi casa un policía me para.

-Lo siento señorita, no puede estar aquí -me dice sin siquiera mirarme a la cara.

-Esta es mi casa, ¿qué ha pasado? ¿y mis padres? -pregunto con un hilo de voz.

Entonces el policía me mira y se me cae el alma al suelo. Mis padres no están, seguro. El hombre hace un gesto con la mano y una mujer me toma suavemente por el brazo para apartarme del escenario. No me opongo, no puedo hacer nada más que dejarme llevar.

-¿Cómo te llamas? -me pregunta mujer con una sonrisa amable.

-Claudia -digo sin apartar la mirada de mi casa-, ¿qué ha pasado?

-Que nombre tan bonito, yo me llamo Miriam. Y dime, ¿estudias o trabajas?

-Estudio, pero dígame qué ha pasado -ya me estoy empezando a cansar.

La mujer suspira y mientras me frota un brazo me explica:

-No lo sabemos, pero creemos que han... -espero a que siga hablando, pero me doy cuenta de que no lo va a hacer y entonces comprendo.

-¿Muerto? -digo al borde del llanto.

-Puede ser, pero no lo sabemos. No hemos encontrado... pruebas. Lo más probable es que hayan desaparecido, pero debemos seguir investigando. Mientras tanto hemos llamado a tu abuela para que te vayas a vivir con ella hasta que encontremos a tus padres.

-Si es que los encontrais, ¿no? -ya no puedo contener las lágrimas y me alejo de la mujer bruscamente. Ella me deja marchar. Seguramente tiene experiencia con estas situaciones.

Cuando mi abuela llega a recogerme en su coche de los años 70, la policía ya me ha dejado recoger mis cosas de mi casa. Mi abuela se baja, corre hacia donde estoy me abraza y me acompaña al coche.

-Hola tesoro -me dice dándome un fuerte abrazo.

-Hola abuela -le respondo con una sonrisa triste-, ¿nos podemos ir?

-Claro que sí, en cuanto hable con la policía nos vamos, ¿vale? -me mira de una forma dulce, como siempre hace, pero detrás de aquella sonrisa también había una gran preocupación.

Asiento con la cabeza, le cojo las llaves del coche y comienzo a meter mis maletas en el maletero. Cuando termino echo una ojeada al panorama y localizo a mi abuela. Supongo que estará dando sus datos personales y números de teléfono a la tal Miriam, así que me quedo apoyada  en el coche mientras espero. Pero un policía me llama la atención. Está apartado del resto, tiene una sonrisa maliciosa en el rostro y... ¿ojos completamente negros? Pestañeo dos veces y achico mis ojos para ver mejor, segura de que lo que he visto es culpa de mi imaginación, o quizás de que mi miopía esté aumentando. Nada. Los ojos negros siguen ahí. No se por qué pero de repente comienzo a sentir un hormigueo en el estómago y mi cerebro no para de darme  órdenes de huir. Tengo miedo, pero ¿de qué? ¿de unos ojos? 

-Entra en el coche que ya nos vamos.

Giro la cabeza bruscamente y veo a mi abuela mirándome extrañada.

-¿Te pasa algo cielo? -me pregunta.

La miro, y cuando vuelvo a mirar al policía éste ya no está. Niego con la cabeza y entro en el coche.

Entre que mi abuela conduce lento y que no paro de darle vueltas a la cabeza, el camino a su casa se me hace eterno, y solo son 20 minutos.

Noto como de vez en cuando me lanza miradas preocupadas, pero no dice nada. Cuando llegamos me bajo rápidamente y saco mis maletas mientras que ella va sacando las llaves y abriendo la puerta. Una vez que estamos dentro suspiramos casi a la vez.

-¿Quieres que te haga algo de cenar? ¿Un caldito? ¿Una tortillita?... 

-No, gracias abuela pero no tengo mucha hambre mañana ya desayunaré más comida y ya.

-¿Segura? Que no me cuesta nada...

-Seguuura, no te preocupes -le doy un beso-. Me voy a dormir, buenas noches.

-Buenas noches tesoro -me responde.

Llevo mis maletas al cuarto que mi abuela me tiene reservado para cuando me quedo allí a dormir y ni siquiera me molesto en deshacerlas. Me pongo el pijama que tengo preparado fuera de la cama e intento dormir.

Sobrenatural?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora