EL PRINCIPE DEMONIO

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EL PRINCIPE DEMONIO

—¡ATAQUENLO!— un enorme Ark hizo aparición y dio de lleno a Meliodas, mientras este era incapaz de protegerse, haciéndolo caer dentro de un denso bosque, sin posibilidades de moverse.

Este es mi fin...— solo pudo pensar el rubio, mientras sentía como poco a poco iba perdiendo altura.

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Una hora antes, Meliodas se encontraba en camino hacia una reunión con los Arcángeles y poder ver la posibilidad de llegar a un acuerdo con respecto a los territorios que estarían en mando de cada Clan.

Sin embargo, una emboscada realizadas por esas detestables criaturas, de la cual, estaba consiente que podia llegar a suceder, se dió a medio camino, todo siendo liderado por los Arcángeles y la bruja de su líder. Lo único que no pensó que pasaría, era su derrota inminente.

Llegando a confiar demasiado en sus habilidades y subestimando el poder e inteligencia de aquellos opuestos a su ser, Meliodas fue derrotado después de una larga lucha, sin poder recibir ayuda de su clan.

Cayendo en una zona boscosa bastante densa y siendo atrapado entre la vegetación, pudo observar como los, igualmente confiados, arcángeles, lo dieron por muerto y siguieron su camino sin mirar atrás.

—Idiotas...— hacia falta mucha más fuerza para matarlo, sin embargo, debía darles crédito por lograr hacerle tanto daño. Si salía vivo de esta (lo cual era muy posible, siempre y cuando no lo encontraran), se encargaría de destruir, él mismo, a esos perros falderos y usar sus cabezas como estatuas en el jardín del palacio.

Solo debía descansar lo suficiente y recuperaría la energía necesaria para regresar a su hogar. Cerrando los ojos, decidió no pensar en más nada por un tiempo.

A los pocos minutos, pudo escuchar como unos arbustos se movían. Alguien estaba ahí y podia tratarse de un enemigo que aprovecharía su situación actual para hacerle daño. Sin ver quién podía ser, desprendiendo un poco de su energía, miró con sus ojos negros a quien se atreviera a molestarlo para, de ser necesario matarlo.

—AAAAA— una niña, solo era una debil niña humana de quizas no más de 7 años. No gastaría sus energías en ella, así que cerró sus ojos sin importarle que siguiera ahí. Parecía que ella tenía otros planes, ya que se acercó a él —Oye...¿Está bien?...— no tenía ganas de hablarle, solo quería dormir e irse pronto de ahí —Por favor señor, ¿Necesita ayuda?—

—Deja de molestarme insignificante humana— como era de esperarse, su voz profunda, hizo que retrocediera.

—Por favor, señor. Quiero ayudarlo— aquella niña era fastidiosa.

—Dije, que te ¡Largues!— haciendo uso de un poco de su poder, la niña se asustó lo suficiente para salir corriendo aterrorizada —...Bien con esto podré estar tranquilo...— sin esperar más, pudo dormir tranquilamente por un tiempo.

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Después de un par de horas, sintiéndose mucho mejor, pero aún incapaz de moverse, despertó ante la presencia de esa niña. Sin abrir los ojos, le habló —Te dije que me dejaras tranquilo, humana— ella al parecer sin hacerle caso, se acercó más a él y decidió abrir sus ojos para ver que sucedía. Había traído un poco de comida y agua, colocándolos cerca de él.

—Lo sé, pero necesitas algo para recuperarte más rápido—

—Eres rara... — sin prestarle mayor atención, volvió a cerrar sus ojos para descansar un poco más sin ver lo que ella le había traído.

CONECTADOS POR UN LAZO || MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora