Malafama 1981

No perdamos la costumbre de preguntar cómo estás.

No perdamos la costumbre de preguntar cómo estás.

Aunque nos separen miles de kilómetros y varios husos horarios. No perdamos la empatía. No dejemos de interesarnos por los demás, porque un día a nosotros también nos hará falta que alguien nos pregunte.

El otro día mientras disfrutábamos de una comida familiar en la comodidad del hogar, la armonía fue rota como siempre por el telediario que a bombo y platillo anunciaba que Armenia y Azerbaiyán estaban al borde de la guerra

Al escuchar la noticia alguien dijo: «no hay de qué preocuparse. Eso nos queda muy lejos», y todos seguimos disfrutando de la velada como si nada.

Más tarde, al retirarme a mi cuarto, me vino a la mente aquel viejo poema de Martin Niemöller:

"Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío.

Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar."

Me hace gracia ver tantos post alentándonos a salir de nuestra zona de confort, cuando no queremos ver la realidad que nos rodea. El mundo está conectado hoy más que nunca en la historia de la humanidad; lo que sucede en un desconocido mercado de una lejana ciudad de China acaba afectando al mundo entero en forma de pandemia, y seguimos pensando que todo lo que sucede en otros países no tiene que ver en absoluto con nosotros, y así nos va.

La libertad es algo tan difícil de lograr y tan fácil de perder que es necesario vivir alerta. El enemigo es paciente y busca el fallo, y ese fallo es el desánimo, la desidia, la apatía de todas las personas que conformamos esta aldea global. Por eso hemos de tomar conciencia social y vencer con empatía cualquier embiste que atente contra nuestra sociedad o cuando queramos ver, vendrán a por nosotros y como decía el bueno de Niemöller: no quedará nadie para protestar.