Capítulo II

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Capítulo II






Olivia Fields

Levante temprano a Aida, el desayuno se hallaba servido en el comedor y debíamos darnos prisa porque nuestros amigos llegarían en una hora al aeropuerto. Mañana iría por primera vez a la empresa, Dalila iba a seguir siendo mi secretaria y tenía que informarle al viejo Vahar sobre los progresos. Desconocíamos el tiempo desde que Zaid dejo de operar en ella, el trabajo era fuerte para poner en marcha otra vez la organización. Aun no nos comunicábamos con él, me encontraba verdaderamente preocupada. Mi pequeña amiga, que ahora estaba muy grande, trajo del campus la ropa que usaría estos dos días que estaría conmigo, agradecía que el departamento tuviese tres habitaciones para que entráramos todos, igual no generaba gran problema pues ella siempre podía subir a dormir con Nadir.

Mis chicas favoritas – dijo Dalila saludándonos una vez que llego a nosotras, vestía unos jeans con un suéter el triple de su tamaño. Dorian venía detrás de ella, cargando a duras penas el equipaje.

También nos da gusto verte – le contesto Aida mientras la abrazaba.

Hola chicas, me encantaría unirme a su charla pero me urge dejar esto en el auto – hablo Dorian.

Déjame, yo te ayudo – se ofreció Nadir apareciendo en nuestro campo de visión, le había pedido y casi suplicado que no saliera del auto si no era totalmente necesario. Quería hablar con Dalila, antes de que se pusiera como loca pero ya era tarde.

¿Qué haces tú aquí? – grito histérica mi amiga.

En mi defensa, tuve que ir al baño – dijo levantando las manos en señal de rendición cuando lo fulmine con la mirada.

Tenemos un solo auto por los momentos, él conoce bien la ciudad así que nos acompañó – explique con calma, intentado que ella también mantuviese la compostura.

¿Y hasta ahora me lo dices? – siguió gritando.

Cariño, entiendo que estés enojada pero mi espalda sufre – dijo Dorian, haciendo muecas claramente adolorido. Nadir no le prestó atención a las quejas de mi amiga y ayudo al otro pobre hombre a llevar las maletas hasta el auto.

¿Sabías que existen las maletas? – le pregunto burlesca Aida, Dalila traía tres bolsos de mano que a la vista parecían sumamente llenos.

No todos nos podemos dar esos lujos – respondió a la defensiva la joven, sin querer se había ofendido – eso fue lo que pude conseguir.

Ya basta, no empezaran a discutir desde este momento. Las dos al auto, ahora – demande firme, ambas con las cabezas agachadas cual niñas regañadas caminaron haciéndome caso.

Mis nuevos compañeros de piso se instalaron, mi habitación obviamente seria la principal que quedaba al final del pasillo y dejamos la que estaba al lado de por medio así que tomarían la siguiente que quedaba alejada de la mía pues no quería escuchar a una de mis mejores amigas ser follada por mi ex novio. Aida solo se quedaría con nosotros los fines de semana, en el cuarto desocupado, lo lamentaba mucho por ella. El almuerzo fue hecho por nosotras, antes de eso tuvimos que ir al súper para llenar mi nevera y estantes de cocina vacíos, los hombres solo disfrutaban de un partido de futbol en el televisor. Un olor fuerte me pego en la nariz, mi estómago no lo soporto y sin poder disimularlo corrí hasta el baño, expulsando todo el desayuno.

¿Estás bien? – Dalila y Aida se notaban muy preocupadas, los otros dos no tardaron en llegar.

¿Qué sucedió? – dijo Dorian, fue el primero en acercarse. Lo que era normal, es el que más tiempo lleva conociéndome, aunque no fue lo que pensaron Nadir y Dalila pues se mostraron incomodos.

Nada, estoy bien – intente calmarlos, no estaban muy convencidos pero no realizaron más preguntas.

Volvimos a la cocina y ellos a la sala, la tarde transcurrió sin más acontecimientos. Al caer la noche nos despedimos para ir a acostarnos, mañana sería un día largo. Me pare varias veces al escusado, esperando que nadie lo notara. Un punto desfavorable de este bello sitio es que contaba con un baño. La cena podía ser el producto de mi trasnocho, la bebe no soportaba ninguna comida y al ser madre primeriza me sentía preocupada. Era la sexta vez que me levantaba en la madrugada, abrí la puerta con sumo cuidado y lo mismo hice con la del baño, tratando de hacer el menor ruido. Volví a vomitar, mi cabeza dolía por esforzarme tanto para botar toda la comida. Cuando estuve lista, lave mi boca y mi cara para refrescarme, me seque con la toalla dispuesta a irme, mi corazón se detuvo al conseguirme de frente con Dorian.

¿Qué haces aquí? – le pregunte, sin ocultar mi asombro.

¿Sr. Harem?, ¡Lo necesito! (Ahora en DRAME)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora